ENTREVISTA – MENESES

El chileno Óscar Meneses (1960, Santiago de Chile) tuvo una breve etapa en el Real Oviedo que iba trabajando las bases para el posterior ascenso a Primera División. Llegó en un frío invierno y apenas vistió la camiseta azul en un puñado de encuentros, en una estancia condicionada por una expulsión tan injusta como curiosa.

PREGUNTA: Finales del año 1984. Fichas por el Oviedo con la temporada iniciada. ¿Cómo fue esa llegada desde Chile?

RESPUESTA: Fue una sorpresa.La verdad es que llevaba cinco o seis años jugando en la Primera División del fútbol chileno.Un agente que también trabajaba allá había llevado a un chico que se llamaba Valentini. Lamentablemente él prácticamente no pudo jugar porque tuvo muchas lesiones. En ese momento estaba José Luis Romero en el equipo. En la conversación del agente con el técnico le manifiestan el interés de traer un delantero centro. Justo acá acababa de terminar el campeonato, porque en Chile se jugaba de enero a diciembre. Me llaman y me dicen que hay una posibilidad de ir a Oviedo, “pero el técnico te quiere ver”. No hay problema. Busqué un avión y me fui. Igual llevaba como tres semanas sin entrenar, no era la mejor condición. Llegué allá y estaban en plena competencia con seis grados bajo cero me acuerdo, con nieve de medio metro. Lo primero fue bastante impactante. Hablé con Romero y me tuvo a prueba dos o tres semanas poniéndome en forma y entrenando con el equipo. Hicimos algunos partidos como el del Avilés Industrial, el Pola de Siero…no me acuerdo bien de los equipos.En esos partidos yo ya me había puesto bien físicamente. Se convenció y me contrataron con un contrato que terminaba en junio. Ya llevaban unas cuatro o cinco fechas del campeonato. Esas fueron las condiciones. No jugué mucho, tres o cuatro partidos. Después sufrí una expulsión contra Las Palmas y eso me quitó dos fechas. Fue bastante irregular. Alcancé a estar unos cuatro meses y medio en el Oviedo.

El técnico me veía bien. Quizá era un jugador que cumplía con ciertas características que el equipo igual no tenía, como el típico jugador sudamericano con técnica y que juega bien de espaldas. Jugaban Blanco, García Barrero, Berto, ese tipo de jugador al que le gustaba el buen pie y que me permitían jugar más a mi de espaldas. En ningún caso quedé en la historia del Oviedo como futbolista. Lo atesoro como una parte importante de mi vida, porque lo pasé muy bien. Era una ciudad maravillosa, muy parecida al sur de Chile, con el mar Cantábrico. Me gustó mucho. Las veces que he ido a Europa no he podido ir a Oviedo. Tengo ganas de arrancarme para allá para ver cómo está la ciudad. Me sé el nombre de casi todos mis compañeros de entonces, tengo una foto ahí guardada.

P: Hablando de Romero. Era un entrenador al que le gustaba el fútbol vistoso.

R: Él había sido si no me equivoco ayudante de Menotti en el Barcelona. Obviamente que esa escuela de Menotti, que era posesión de balón y jugar muy bien al fútbol, le tendría que haber quedado. Quizás en esa época era más la “furia española” que ese fútbol más actualizado de muy buen corte técnico. Sobre todo en esa zona del Norte, que es más helada. También había muchos jugadores del País Vasco, muy fuertes físicamente, con mucha velocidad e intensidad. Eso era la característica de lo que me encontré. Él sí hacía mucho hincapié en las prácticas en jugar a dos o tres toques, muchos rondos. Le interesaba tener jugadores de buen pie que se asociaran. No necesariamente se pudo hacer porque también el equipo estaba con la presión permanente de estar en los lugares de entre el 16 y el 19. Había un nerviosismo general también de la hinchada, que cuando no ganabas te tiraban los cojines a la cancha. Todavía me acuerdo. Por algunos pasajes se dio el buen juego, pero el equipo caía un poquito más en esta presión que tenía de salir de los últimos lugares y al final no se lograba a plenitud.

P: Hay una base del equipo que consiguió acercarse y luego ascender a Primera División. ¿Consideras que fue importante convivir con esa presión?

R: Sin duda. Yo recuerdo a los más jovencitos. Ahí estaba Berto, que se transformó en un ídolo del Oviedo muchos años. Venían apareciendo chicos jóvenes. No sé cuántos de aquel equipo llegaron a Primera División. Pero sí seguía la trayectoria de los que se iban y llegaban. Vili, Heres, Hevia, García Barrero…seguramente fueron ellos como la base con otras incorporaciones para dar el salto hacia arriba.

P: ¿Qué tipo de competición te encontraste al margen de la idiosincrasia de ese fútbol del Norte que mencionabas?

R: Mucho más intensa que el fútbol chileno en esa época. Con mucha velocidad, buenos campos, con jugadores muy fuertes físicamente. Chile es un país que no tiene apenas jugadores de gran envergadura física. Yo que medía 1,80 en Chile era de los jugadores más altos y allá había diez jugadores o más que eran de porte más altos. Había un tema físico que hizo que me costase bastante adaptarme por los sistemas de entrenamiento y la envergadura de jugadores, pesando 80/85 kilos, con 1,85 de altura. Ese fue el primer aspecto que me afectó, y lo sentí. Eso junto a la intensidad de los entrenamientos y los partidos a muy alta velocidad. Con la intensidad a veces la precisión no acompaña. Me acuerdo de los partidos que me tocó jugar, contra el Celta o el Calvo Sotelo, que fueron con jugadores fuertes, altos, veloces, de mucha marca. Tenía mucho menos espacio para jugar que en Chile. Existía un mito en Sudamérica, y era que el jugador sudamericano era técnicamente mejor que el europeo. A veces se confundía con la “habilidad”. Quizás el jugador sudamericano tiene mayor habilidad, de regate y todas estas cosas…pero no necesariamente la técnica, porque los controles, pases y la intensidad con la que se jugaba era en Segunda española igual o mejor que en Chile

P: Juegas tus partidos y tienes esa curiosa expulsión. En los cuatro partidos que disputas te enseñan una amarilla y en otro te expulsan.

R: De la amarilla ni me acuerdo, pudo haber sido por una falta. Pero la expulsión fue muy injusta. Fuimos a jugar a Las Palmas. Estábamos 2-1 y hace un tercer el equipo de Las Palmas, que tenía a los chilenos Coque Contreras y Santís, y al final perdemos 4-2. Hay un momento en el tercer gol si no me equivoco que el Coque Contreras para el balón con la mano y convierte. Hay un compañero mío que le grita muy fuerte al árbitro con improperios o “garabatos”. El árbitro no se da cuenta y me echa a mi. Si no me equivoco fue Prados. Pero el árbitro no se da cuenta y me echa. Yo no entendía nada. Cuando voy saliendo la gente me insulta. Hice un gesto que no correspondía y por eso me caen dos partidos. Fue un error de la calentura. Me acuerdo que estaba haciendo un buen partido. El equipo estaba jugando bien pero al jugar con diez se nos complicó. Ese año si no me equivoco Las Palmas subió, era muy buen equipo. Estaba empezando a jugar ya, de hecho ese partido había sido titular. Y en esas dos fechas se empata en Cádiz y se le gana al Lorca 8-0. Cuando me tocó volver me fui a la banca y perdí la continuidad que podría haber tenido sin esa expulsión. Nunca se sabe, podría haberle hecho dos goles al Lorca y encaminarme para ser titular permanente

P: Ese factor desencadena en alguna medida que no cuenten contigo para renovar.

R: Cuando queda una fecha si no me equivoco para que acabe el torneo jugamos contra el Calvo Sotelo. Yo jugué todo el partido. Perdimos 3-2 y ya había una decisión tomada. El técnico sí es cierto que me tenía en consideración, pero mi rendimiento no fue el que corresponde a un extranjero. Hay que ser bien honesto. Cuando eres un delantero centro tienes que hacer goles, jugar bien. Sin perjuicio de que el míster me quisiera yo entendí que en esa situación no había respondido a las expectativas. Todo bien, ningún problema. Nunca tuve ningún problema con el Oviedo, por eso lo sigo queriendo. Me quedé una semana más cerrando lo que significa el departamento y ya me volví. Seguí mi carrera como futbolista en Chile muchos años, después entrenador, director deportivo…he estado toda mi vida vinculado al fútbol. Pero lo recuerdo como un bonito paso, una ciudad maravillosa, con gente muy cariñosa. Aunque fueran poquitos meses siempre lo llevo como un buen recuerdo.

P: Como estás al tanto de la actualidad del Oviedo, ¿cómo valoras la gestión del Grupo Pachuca?

R: He estado en el fútbol mexicano, en el chileno obviamente y conozco estos grupos que tienen multipropiedades. Pachuca es un equipo muy potente en México, que tiene una Universidad, un proyecto muy fuerte. Después compró el León, Talleres de Córdoba, Everton de Chile y el Oviedo. Claramente ellos tienen un modelo deportivo y de negocio que trata de vincular a jugadores mexicanos o de otros orígenes a distintos equipos. En el Everton de Chile siempre hay dos o tres mexicanos jugando. Es una buena oportunidad para darle movilidad a los jugadores, ahora en la medida en la que estos jugadores sean un aporte real a estos equipos. Es un grupo muy fuerte en términos económicos también. Hoy día tal y como está el fútbol mundial, que son empresas, es importante que cumplan, que aporten en la formación. Acá en Chile no diría que se meten mucho en la parte de formación, lo que hacen es tener un equipo competitivo en la Primera División y traer dos o tres jugadores mexicanos o que están en ese mercado. Todos estos conglomerados tienen cosas positivas en términos de inversión y las políticas que quieran implementar, pero a veces no se cumple necesariamente en todos lados de la misma forma.

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