Abel Xavier (Mozambique, 1972) formó parte del Oviedo durante dos temporadas (1996-1998). Era un central con gran proyección. Alto, intenso y con capacidad para adaptarse, en el conjunto azul se le desplazó a la banda, donde no esperaba desarrollar su carrera. Sus buenas actuaciones, actitudes y determinación le convirtieron en carrilero atípico en Holanda, Inglaterra, Turquía o Alemania. Al salir de la capital del Principado se le vio en el PSV, Everton, Liverpool, el también clásico inglés Middlesbrough o el Galatasaray. Nos atiende desde Lisboa.
P: Ibas a desarrollar tu carrera en Italia pero tienes que salir para terminar en Oviedo. ¿Por qué el Real Oviedo y no otro club?
R: Estaba en el Benfica. Habíamos ganado la liga. Era el 94. En aquel momento el Benfica tenía un acuerdo con Parmalat. Había tres equipos dentro del espacio europeo, que eran el Marsella, el gran Parma de competiciones europeas, y el Benfica, que tenían el mismo sponsor. En la temporada 94-95 jugamos con el Benfica la Copa de Europa y llegamos a semifinales con el Parma. Había un acuerdo hecho para que yo fuese jugador del Parma. Hubo cambio de entrenador en el Benfica y el nuevo entrenador dijo que no me quería vender al grupo Parmalat. Entonces me quedé. Un año después las cosas no fueron muy bien en el Benfica. Una forma de que Parmalat me rescatara era irme al Bari. Me fui cedido un año por el Benfica, siempre dentro del acuerdo con Parmalat.
Entraba en el campeonato italiano, Serie A, para jugar y comprender la liga, conocer mejor el fútbol italiano. En aquel momento era difícil porque sólo podías inscribir a tres jugadores extranjeros por equipo. Me fui a Bari con dos jugadores suecos, Kennet Andersson, Ingesson, y un colombiano, Guerrero. Yo era el cuarto extranjero, pero un fichaje importante para el Bari. Aquella época no me fue muy bien allí, entre otras cosas porque el Sur tenía muchas particularidades y problemas en el orden social. Volví al Benfica y luego tuve la gran oportunidad, junto con Paulo Bento. Él ya había fichado por el Oviedo. Le conocía muy bien porque había jugado con él en el Estrella de Amadora, en la selección y el Benfica. Como Paulo ya estaba en el Real Oviedo yo me uní. Para mi la cuestión de adaptación, la cuestión familiar estaba bien porque podía traer a mi familia para Oviedo. Había nacido mi niño Davide.
Recuperaba el estímulo competitivo, y el Oviedo tenía el objetivo de ir a competición europea en el antiguo Tartiere. Era un equipo muy competitivo, y la verdad es que fueron dos años de recuperación psicológica, mental, deportiva, y de vida. Dos años de recuperación, porque había sido considerado como uno de los jugadores más atractivos de Europa en aquel momento. Prácticamente recuperé mi carrera en el Oviedo. Básicamente jugando muchísimo, teniendo una relación muy especial con la grada, con los compañeros, y con una ciudad muy mágica. Si Oviedo particularmente es considerada una ciudad muy guapa, muy bonita, tiene que ver con la gente.
P: Entiendo que también te sentiste querido por otras aficiones después, pero ¿fue realmente la del Oviedo con la que más conectaste?
R: Mira, yo fui uno de los jugadores que salté a la grada. Cuando no jugaba estaba en medio de los aficionados. Era algo que no pasaba mucho. Era un jugador encariñado, que se metía en medio de la grada con un megáfono, gritando como un aficionado, animando a sus compañeros. Yo he hecho esto. Tenía esta química muy bonita. Significa que había una relación de proximidad que tenía que ver también con el rendimiento. Creo que el aficionado oviedista recuerda mi comportamiento con una actitud profesional positiva. Tuve dos años muy importantes en el crecimiento de mi carrera que después también me proyectaron una salida para el PSV Eindhoven con Bobby Robson, que se había ido del Barcelona. Volvía al PSV y me pidió para acompañarle. Bobby Robson tenía como ayudante a Mourinho, al que conocía muy bien. Mourinho también habló con Robson y le dijo “mira, tienes ahí un chico en el Real Oviedo que te va echar una mano muy fuerte en el proyecto del PSV”. El Oviedo no me pudo renovar contrato, pero me quería quedar. Estaba bien, estaba a gusto. Pero también es verdad que con el PSV Eindhoven jugué inmediatamente Liga de Campeones.
P: Las cifras del PSV eran inalcanzables para el Oviedo.
R: El Oviedo también estaba haciendo sus cambios. Recuerdo al antiguo presidente, una persona muy estimada, Eugenio Prieto, que sigue siendo un amigo y por el que tengo una gran consideración. También el entrenador que tuve, Juan Manuel Lillo, que tenía una proximidad de trato con los jugadores fantástica. Cambiamos de entrenador con Óscar Tabárez, que venía con ideas completamente distintas. Venía del Milan. Es verdad que era el inicio de construcción de estructura, de la construcción del complejo de la Academia también. Pasamos un momento difícil en lo que respecta a los objetivos de pelear por una competición europea. El Oviedo estaba con algunas dificultades. Cuando el PSV me contactó desde el punto de vista deportivo significaba jugar automáticamente Liga de Campeones. Y económicamente un contrato de tres años. El Oviedo en aquel momento no podía competir. Estaba en final de contrato, y no me quedó más que encontrar otra solución. La prioridad era quedarme, pero no había condiciones para hacerlo. Guardo dos años magníficos, Y he venido siguiendo al Oviedo, hasta hoy. Toda su trayectoria, su descenso y su renacimiento, sabiendo que hoy el club tiene una identidad propia, de comunidad, y que durante este trayecto ha habido alguna separación y ahora se está recuperando. Tiene que haber forzosamente una buena relación institucional. Ha cambiado, hay nuevos inversores, pero no se puede perder la cultura formadora, formativa, social, de valores. No se puede nunca perder la identidad. Esto es lo más importante, no perder la identidad. Y a esto ayudan los aficionados.
P: ¿Has estado en el campo nuevo? Bueno, ya no es tan nuevo, que tiene veinte años (risas).
R: Sí, tuve la oportunidad de conocer el nuevo campo, pero la verdad es que el Tartiere antiguo era muy especial. Todos los equipos que venían al Tartiere sabían que iban a sufrir muchísimo.porque nosotros estábamos ahí pegados a la grada, y era una presión externa muy importante. Con el crecimiento de la estructura es cierto que hay mayor comodidad, mejores condiciones. Lo que hay que hacer es devolver la esperanza de estar arriba. El Oviedo merece estar arriba. Ahora se apela a la unión. Una unión, con personas capacitadas que comprendan la región, aparte del aspecto económico y deportivo. Hay que estar identificado con la tierra. Y hablo de todos, e incluyo a las personas que no son de Oviedo pero que tienen que entender la cultura oviedista. Los jugadores, dirigentes, administración, y todo el personal que trabaja debe ser un conjunto de personas que pelean por lo mismo. Es importante, porque el Oviedo ha sufrido muchísimo en todo este trayecto.
P: Hablabas de la época de Tabárez, de la parte de la Academia, del Requexón. Estuviste también en otros clubes con estructura de cantera muy importantes. Ahora se habla ahora de reforzar, o de cambiar incluso la ubicación de la Academia.
R: Aparte de la cuestión financiera y de las inversiones que hay que hacer para el crecimiento de la estructura lo más importante es la competencia de las personas. Porque tú puedes poner mucho dinero en el fútbol pero si no tienes competencia, capacidad y la correcta metodología vas a crear simplemente infraestructura. Tiene que haber una finalidad, que es mirar al futuro pero sin olvidarse de la historia, que tiene una riqueza. Y esta riqueza en el Oviedo parte de la capacidad para formar. El proyecto debe estar siempre unido a la capacidad de formar nuevas generaciones acoplando más calidad. Y la calidad se paga, se tiene que comprar. La cultura, la identidad, la formación de la Academia, no se puede perder jamás. Si no hay cultura identificada al objetivo podemos tomar el ejemplo de otros proyectos que llegaron con un propósito solamente comercial. El Oviedo se debe basar en un proyecto de formación uniendo calidad de reclutamiento y de fichajes, para conseguir el objetivo prioritario que es competir con los mejores. Y lo mejor para ello es estar en Primera División.
P: Como entrenador que eres ahora ¿entiendes que debe haber una idea de juego común a toda la estructura del club?
R: Estuve en muchos proyectos y clubes que tienen pensamientos diferentes y creo que a un cierto nivel de formación hay que tener una coordinación con la estructura principal. Significa que el entrenador, aparte de los objetivos principales del primer equipo, debe coordinar con los respectivos entrenadores de formación, hasta juveniles y junior, una tarea uniforme de un modelo transversal en el que se incluyen la identidad de juego y los valores principales de código de conducta. Ello para que los jugadores sepan a lo que están jugando y que en dos o tres años puedan llegar al primer equipo con los mismos principios. La cuestión que se plantea es que si el entrenador se va, esa idea deba seguir unida a la estructura ¿Qué quieres? ¿Cómo quieres competir? ¿Cómo quieres trabajar con los jóvenes para que en el plazo de dos o tres años lleguen al primer equipo? La formación bien conseguida es la de un joven con 14 ó 15 años que en dos o tres años llegue al primer equipo, haga impacto durante dos años, y si tiene talento, venderlo. Si está comprometida esta evolución es porque simplemente se está pensando en el negocio. Nada más. Para obtener resultados deportivos y una revalorización de jugadores nacidos en la cantera hay que identificar este modelo transversal. Por debajo tiene que existir espíritu, entrenadores con una pedagogía.
Hoy por hoy hay un error en los métodos de entrenamiento y de mentalidad en el entrenador de formación, que piensa que ya está trabajando con niños como si fuesen senior, adultos. Es un error porque debe estar comprometido con la formación y dejar a un lado la ambición para convertirse en entrenador del primer equipo. Defiendo que la columna de entrenadores de formación quieran serlo de verdad. Y conectado con los princicipios, metodología del primer equipo, que es básico para que el jugador crezca con objetivos.
P: Llegaste con defensa central pero jugaste como lateral derecho o izquierdo. Te tocó aceptar la versatilidad que te dio el equipo, o que te viste obligado a asumir.
R: Desde el punto de vista de la organización táctica ha habido una evolución de las ideas de juego, pero la única cosa que no ha cambiado durante todo este tiempo todavía es la dimensión de la cancha, en lo largo y en lo ancho. Un entrenador con sus propias convicciones puede montar un equipo de la que forma que crea más adecuada. Lo que pasa es que nos estamos fijando en una idea copiada. Replicamos contextos que no pueden ser aplicados en la realidad. ¿Por qué tengo que vincularme a una idea que no me va a dar resultados? Me tengo que adaptar al contexto y poner una idea que vaya de acuerdo con la característica de los jugadores, para que puedan rendir de la mejor manera. Que puedan comprender lo que están haciendo dentro de la cancha de una forma organizada, ordenada y disciplinada. Hoy si yo quiero un lateral derecho o izquierdo, no los encuentro. Porque hoy estamos pensando que los laterales, en realidad defensores, son extremos, jugadores ofensivos. Entonces es más difícil encontrar un jugador que me dé garantías de que su primera referencia sea defender bien, y atacar después. Pero se está pensando primero en atacar antes que en defender. Desde el punto de vista del juego no estamos formando bien al jugador, sea joven o sénior. La idea de juego está quitando cualidades básicas. Los defensores muchas veces están defendiendo mal porque están pensando en atacar. Se debe hacer una reflexión porque si copias lo que hacen otros no vas a conseguir competir. La parte física, la parte táctica, motivacional, mental, debe tener sentido. La polivalencia del jugador y la comprensión para jugar en distintas posiciones pueden ser buenas, pero lo más importante es la estabilidad del equipo, que el equipo siempre pueda partir de posiciones seguras. Si vas a dar primero complejidad, y no simplicidad, se va a perder forma, estructura. Entonces no será un equipo fuerte. Desde el alto rendimiento hasta la formación hay que crear en lo colectivo equipos fuertes, y en lo individual jugadores fuertes.
P: Desde tu polivalencia ¿en qué posición te viste más a gusto?
R: Solamente se me vio jugar por la derecha, como lateral. Pero yo era un defensor central, o medio defensivo. Por mi capacidad de comprensión del juego independientemente de la posición yo podía jugar en la izquierda o en la derecha. Entendía el juego y la posición. Creo que puedes sacar rendimiento de un jugador, si es joven y le das calidad (y eso significa que debe tener una posición segura). Si no tienes recursos económicos, y existen problemas en el equipo, lesiones y muchos partidos (porque hoy hay muchísimos partidos) durante la temporada, dentro del grupo es normal que si tienes a un jugador polivalente también te eche una mano muy importante. Pero objetivamente el jugador ganará calidad en su posición principal, y eso es ayudar al jugador a crecer.
En aquel momento yo era como si fuese casi un tapahuecos. Si no había lateral izquierdo, yo me ponía ahí, y si no había lateral derecho, yo jugaba en la derecha. Pero no he hecho mi carrera internacional en la posición que más me gustaba. Era un jugador de características de defensor central, con 1,91. Raramente veías a un carrilero con 1,91, y me tuve que adaptar a jugar fuera de mi puesto, en la banda. En la Selección teníamos centrales muy fuertes como Fernando Couto, y entonces me tuve que adaptar a otra posicion.
Por eso una cosa es contar con un jugador que te puede resolver problemas, y otra es pretender montar un equipo donde la mayor parte de los jugadores tienen complejidad y movilidad en sus posiciones. Creo que si me hablas de Guardiola y Manchester City es una cosa distinta. No puedes coger estas ideas y adaptarlas a un contexto de formación o a una liga con otro tipo de características.
P: Volviendo a tu paso por Oviedo ¿Cuál fue el mejor momento que viviste en el club?
R: Para mi todos los momentos en el Oviedo fueron muy ricos. Teníamos un grupo fuerte, de carácter, muy unido. Había una unión muy fuerte con la afición. No quito nada de la construcción de mi carrera. Aquellos momentos buenos también fueron momentos de aprendizaje. Fueron dos años de recuperación para mi futbolísticamente hablando, y después tuve una empatía tremenda con la ciudad, con la gente. Estuve muy a gusto. El Oviedo siempre ha sido un club que miro, y espero algún día echar una mano muy grande al club.
P: ¿Volverías como entrenador, Abel?
R: En el mundo del fútbol la cosa más difícil es explicar la forma en la que tú puedes llegar. Hoy hay mucha gente metida por el medio en el mundo del fútbol. Y muchas veces eso dificulta el hablar, el discutir, el tener una reunión, el poder decir cuál es el camino. La experiencia de construcción de mi carrera en diferentes contextos desde el barro hasta el alto rendimiento, en todas las estructuras por las que pasé, y la información que fui recogiendo las que quiero devolver a los equipos. Y si tengo la posibilidad de hacerlo donde estuve como jugador, mejor. Hay un reconocimiento profesional de cómo yo era. En todos los equipos me dejé la puerta abierta. Yo he dejado una imagen de grandísimo profesional, una imagen positiva, y la quiero procurar también como entrenador. Yo sigo el proyecto del Oviedo, sé de las dificultades que el Oviedo pasa y que tiene. Sé que existe una diferencia entre las personas del club y las personas de la administración. Conozco a las personas como grupo, y conozco el objetivo que es poner al Oviedo en Primera División, estructurando de abajo para arriba. Como dije en esta entrevista, no hay que olvidar la cultura y la identidad. Si un día tengo la oportunidad de tener una reunión con el Oviedo y se manifiestan interesados, hablaré sin problemas y explicaré la forma en la que entiendo el contexto del Oviedo. Cómo puede competir y ser más fuerte.
P: ¿Y el peor momento?
R: Si te digo la verdad el peor momento fue cuando salí, porque no quería salir. Verdaderamente estaba muy a gusto. Y después la caída del Oviedo, todo ese trayecto. No estuve inmediatamente envuelto ahí pero nosotros debemos tener la capacidad de sentir el dolor mismo cuando estás fuera, porque tienes buen recuerdo. Primero cuando salí porque me quería quedar y luego pensado que el camino para el Oviedo ha sido duro.
Existen condiciones para rehacer, porque el fútbol te da esta oportunidad. Aparte de la capacidad financiera, las competencias. Liderazgo, competencia, decisiones, convicciones. Si tú miras aquí en Portugal hay muchísimas estructuras que parecían imposibles pero que en dos o tres años, bien planeadas, salieron y obviamente crecieron y están en Primera División. Después tienes la receta de todo esto. Inversión hecha, revalorización, y redefinición de los objetivos. El fútbol es una constancia permanente en busca de lo mejor. A nivel de liderazgo con los jugadores siempre debes contar con alguien con carisma, y a alguien al que tengan como ejemplo.
P: Personalmente me gusta más el fútbol inglés por la intensidad, porque hay menos interrupciones, porque se deja jugar. ¿Por tus características es posible que te hayas sentido más cómodo en ese fútbol?
R: Tienes razón. Si me preguntas ¿con qué liga te identificas más por tus características? Yo te puedo decir claramente que fue la liga inglesa. Era un campeonato difícil.
Me fui al Everton, un club con raíces muy británicas hasta hoy. La consecuencia: no puede competir. ¿Dónde está ahora? Peleando por la salvación. Y es un club histórico, de los más antiguos. Significa que no entendió el crecimiento del fútbol. ¿Por qué? Porque la estructura permanece británica. Dos años después hice uno de los traspasos más difíciles que hay. En 120 ó 130 años de existencia ha habido sólo cuatro jugadores que han hecho este cambio. Yo fui uno, y el impacto fue muy grande en la ciudad. Pasar al máximo rival con la distancia de un kilómetro en llano y jugar en el Liverpool. La gente no imagina la rivalidad que hay entre Everton y Liverpool.
Cuatro jugadores en la historia de los clubes cambiaron. Lo hice con el principio de la ética después de dar la opción al Everton de renovar en una situación casi idéntica a la del Oviedo, y hoy en día todavía está como está. Ahora piensa. ¿Cómo es posible la diferencia entre dos organizaciones de la misma ciudad? Hay una británica que paró en el tiempo con sus consecuencias, y otra que creció porque internacionalizó el club para convertirse en una potencia mundial. ¿Ha sido por estructuras o por competencia de las personas que estaban dentro? Pues el cambio del Liverpool tiene mucho que ver con Gerard Houllier. El visionario, el planificador.
He sido jugador de los dos clubes, pero lo más importante es que comprendí cómo Gerard Houllier pensaba el fútbol para hacer que la estructura creciese, y también el equipo. Y se formaban equipos competitivos. Todos los entrenadores que pasaron después de Gerard Houllier y que no comprendieron su planificación no triunfaron en el Liverpool. ¿Quién lo comprendió? Jürgen Klopp. La directiva le dio años y competencias a Klopp. Consiguió comprender el principio planificador de Gerard Houllier, y ha hecho un equipo de los más competentes, sobre el punto de vista táctico y físico, que es muy importante. No es simplemente el componente físico de la Premier League, sino también el táctico del equipo. Y el fútbol vinculado a la idea y cultura de Liverpool. Los equipos de Liverpool no pueden ser iguales que los de Londres, la filosofía es distinta. El estilo del Arsenal es distinto porque la cultura identitaria es diferente también. Liverpool, clase obrera, y en Londres otro tipo de personas. El fútbol se retrata también en este tipo de cosas. Y el entrenador tiene que saberlo. Tiene que comprender e implantar una filosofía, una metodología, una identidad, de acuerdo con la característica territorial. Esta es la diferencia.