La realidad futbolística hace que el Oviedo necesite un constructor, un referente para el inicio de la jugada. Gastón Brugman cumplió a la perfección este papel en la última temporada. Sin demasiado nombre, y habiendo quedado en el olvido su casi fichaje por el Atlético de Madrid, su paso por LaLiga Smartbank dejó un grato recuerdo. Tanto que en el aficionado dolió la falta de continuidad de un centrocampista que hacía tiempo, demasiado, no se veía por el Tartiere.
En los papeles hay una serie de nombres que dibujan perfiles opuestos y complementarios. Centrocampistas con experiencia en la categoría y de plena confianza de Bolo, por haber pasado por su equipo, o de Tito y su agenda. Viene sonando con fuerza un jugador que no cumple estrictamente con esas condiciones. Jandro Orellana sale del Barça tras no haber podido completar el último salto desde el B al primer equipo, como han hecho otros compañeros de equipo y de posición en el campo. Un talento que siempre ha estado llamado a hacer cosas de relevancia.
Se trata de un jugador al que se comparó a Sergio Busquets, quizá también porque del espejo más próximo se cosen estampas parecidas. La verdad es que según nuestro criterio es el jugador de los listados que han ido conociéndose con mayor similitud a Brugman, por características. Hablamos en este caso de un futbolista que dado el caso puede ser un “box-to-box”, que se puede sacudir el anclaje de pivote clásico para salpimentar su juego en ubicaciones cercanas al borde del área.
Del mismo modo que Brugman no destacaba por un físico explosivo, Orellana ha ido puliendo su fragilidad en este aspecto para encarar el reto defensivo, aspecto que no debe dejar de trabajar. Con alguien al lado que le permita desempolvar su frescura seguramente podrá mejorar esas prestaciones en una categoría en la que el choque es constante, y una posesión perdida en la medular enciende directamente las alarmas.
Es indudable que un centrocampista criado en La Masía puede y debe manejar el balón con dulzura, reforzando las líneas de pase y agitando el ataque. De juego posicional o más vertical en profundo cuando logra visualizar, habilita en corto o en largo con destreza.
He hecho mención al concepto de “box-to-box”. Ahí arranca con el balón junto a la defensa y es hábil para colocarse cerca del delantero siguiendo la jugada o permitiendo que la posesión vuele con gracilidad bajo su mando. A pulir seguramente la retención de la pelota en determinadas situaciones. En ciertas ocasiones si no ve el objetivo la retiene en exceso, lo que provoca ralentización de la ofensiva. En este aspecto junto con el de su fortalecimiento físico radica su crecimiento como jugador de fútbol.
Es efectivo en el juego a balón parado, tanto en el lanzamiento de esquina como en balones de falta, algo en lo que Brugman también era protagonista. No tiene un excesivo rango de tiro, aunque no duda en el lanzamiento si goza de espacio.
En este caso se puede decir que habiéndose criado en la cantera del Barcelona y cumpliendo sus etapas, salvo la del primer equipo, existe cierta garantía de que Orellana sería un futbolista aprovechable. Le queda demostrar que es capaz de asumir el salto a la exigente Segunda.