Bolo en la órbita

El nombre de Jon Pérez Bolo suena con fuerza para suceder a Ziganda en el banquillo del Real Oviedo. Comparte con el Cuco su posición en el campo como jugador y también vestuario en el Athletic de Bilbao. Su carrera más visible como entrenador comenzó en Arenas de Getxo, donde permaneció tres temporadas en Segunda B antes de firmar por la Ponferradina, en la misma categoría entonces. Una carrera en progresión que le ha llevado a ser uno de los entrenadores de mayor visibilidad y proyección en el mercado de Segunda División.

Hablamos con el ex jugador del Oviedo Nacho Matador, actualmente en el Marino de Luanco, que fue titular indiscutible bajo las órdenes de Bolo en Arenas. Matador destaca que “su mayor virtud, que es la mejor virtud de un entrenador, es que consigue tener tanto a los que juegan como a los que no juegan contentos, y sacar el máximo rendimiento a todos los jugadores. Eso me parece muy difícil en el fútbol y con nosotros lo conseguía. Éramos una familia, el trato con el futbolista era muy bueno. Sabe cuando tiene que apretar a uno, cuando tiene que darle la palmadita a otro y cuando tiene que motivar. Éramos 18 ó 20 en plantilla y creo que todos estuvimos a nuestro máximo nivel. Consiguió hacer equipos súper competitivos con la idea clarísima de juego. Una plantilla no son los 11 que juegan sino los 18 ó 22, que tienen que mantener el nivel cuando entran. Con Bolo tanto en el Arenas como en la Ponfe es lo que ha pasado. Ha hecho unas temporadas muy buenas, y ahí están los números”.

En cuanto a su disposición en el terreno de juego, Matador nos cuenta que “teníamos un hándicap que era el campo pequeño y hierba sintética. Por eso éramos un equipo que nos adaptábamos a todos los partidos. Sabe adaptarse perfectamente, en casa jugábamos de una manera, súper verticales, con jugadores a los espacios, con extremos rápidos. Fuera de casa éramos un equipo que nos gustaba tener el balón, tener el dominio de los partidos”. Entiende el que fuera canterano carbayón que evidentemente ha evolucionado como entrenador en estos años, dando un primer gran paso en la primera temporada en Ponferrada. 

Preguntado acerca de la exigencia en Oviedo, Matador cuenta que “para mi lo más difícil del Oviedo te diría que es la afición, en el buen sentido de la palabra. Es una afición súper pasional que cuando van bien las cosas está muy bien, pero cuando van mal es muy exigente. Lógicamente en la Ponferradina o en el Arenas de Getxo no vivió situaciones de presión tan importantes como puede ser en Oviedo. Pero los números están ahí. En la Ponferradina ha estado cuatro años, cogiendo al equipo en Segunda B, ascendiendo, y haciendo estas temporadas con uno de los presupuestos más bajos de la categoría. Lo hace con fichajes de gente que no está jugando en otros equipos, de gente sin el cartel que pueden tener otros en Segunda División. Ha rozado el playoff casi todos los años, no ha estado nunca de mitad de la tabla hacia abajo. Le veo un entrenador completamente capacitado. En el vestuario encajaría bien y la plantilla estaría contenta con él”. 

En Oviedo a Bolo se le recuerda por el extraño partido de Fin de Año, que despertó polémica previa y posterior. “Valorar a un entrenador por el partido del Carlos Tartiere me parece muy exagerado. Si comparas el presupuesto del Oviedo y el de la Ponferradina y valoras lo que hicieron los dos equipos, quizá te quedarías con lo que hizo la Ponferradina, hablando de presupuesto sobre todo. En Ponferrada no puedes tener la misma presión, pero tener el apoyo del vestuario, tener a la gente contenta y metida es lo que más valoro del entrenador”.

Sobre la presión en un equipo como el azul, afirma Matador que “si ha sido futbolista de Primera División tantos años es porque sabe convivir perfectamente con la presión. Eso adaptado al mister es un punto muy importante. Le veo con mucha personalidad. Sabe diferenciar muy bien el trato personal del profesional. Para mi es un candidato muy bueno para el Oviedo y se merece que le den una oportunidad así”. 

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