Sergio Villanueva fue un jugador muy importante en la reconstrucción del Real Oviedo en los “años del barro”. Momentos que han pasado a la historia azul con el retorno dramático a Tercera, la eliminatoria de Caravaca y el ascenso desbordante en Mallorca. Una carrera extensa en Segunda B que también le llevó.a jugar en Segunda Divisón.
PREGUNTA: La primera pregunta, la obligada. ¿Cómo se produce tu fichaje por el Oviedo?
RESPUESTA: En aquel año yo estaba en el Vecindario en Segunda División. A partir de octubre dejé de contar con bastante asiduidad para el entrenador. Me empecé a plantear una salida, lógicamente a un club de Segunda B. Surge la opción del Real Oviedo. Y si un club como el Real Oviedo te llama tienes que aparcar todas las cosas, coger un avión y plantarte otra vez en Asturias. La verdad es que me costó llegar porque tuve problemas para salir del Vecindario. El entrenador Fernando Castro Santos no me daba la salida hasta que no tuviera algún recambio. Se demoró hasta casi el final del mercado, que bien pensé que se iba a frustrar el tema. Pero al final conseguí venir.
P: Te pones la camiseta del Oviedo y ¿qué es lo primero que te pasa por la cabeza? ¿Lo que viene por delante, el peso de la institución?
R: Lo primero que me pasa por la cabeza es toda la dimensión que tiene el club. Hasta que no estás dentro como jugador no eres consciente. Sabes lógicamente su historia, pero una vez que te pones la camiseta dices “buff, es muy grande este club”. El entorno es tremendo. Lo vimos ese año un poco después. Tuvimos la desgracia de descender de Segunda B a Tercera, y te das cuenta de la grandeza de este club cuando al año siguiente en el playoff de ascenso de Tercera a Segunda B y después de haber perdido 4-1 en Caravaca hay cerca de 25 mil personas en el Tartiere. Dices “pero esto es una locura”. Te enganchas de tal manera al club que es tremendo.
P: Una temporada digamos que asequible y que terminó de mala manera en Caravaca, en una eliminatoria que dejó marcado al entrenador y a algunos jugadores.
R: Dejó marcado mucho porque también se habían desplazado mil quinientas personas desde Oviedo a Caravaca con lo que ello conlleva en el viaje, que al día siguiente era laborable. El entrenador que teníamos entonces, el Lobo (Carrasco), hace unas declaraciones totalmente desafortunadas. No puedes criticar a la masa social del Oviedo cuando ves todo el apoyo que da y cómo responde siempre que se le pide. Entonces ese mismo día prácticamente se le destituye y afrontamos la vuelta con Fermín de primer entrenador y una situación deportiva complicada, aparte del resultado. Ese día de Caravaca lógicamente los jugadores que saltamos tenemos nuestra parte de culpa, pero creo que hay un planteamiento erróneo. Al descanso íbamos perdiendo 1-0 y él se volvió loco, cambió totalmente el sistema a uno muy ofensivo, con prácticamente tres defensas. Nosotros estábamos con cara de expectación como diciendo tranquilidad, que teníamos la vuelta en el Tartiere y que delante de nuestra gente nos iban a llevar en volandas. Él dijo que había que resolver la eliminatoria allí y fue casi al revés, encajamos cuatro goles y se nos puso muy cuesta arriba la eliminatoria, como al final así fue.
P: ¿Se puede decir que a Carrasco le condenó su propia idea futbolística ahí? ¿Le faltó cintura para saber dónde estaba?
R: Yo creo que sí. También es verdad que el resultado fue demasiado excesivo. Hubo un error, y ojo, que nosotros tenemos nuestra parte de culpa porque somos los que saltamos al verde. Pero esa eliminatoria en otras condiciones no la habríamos perdido nunca. Incluso en la vuelta tuvimos la eliminatoria pasada con el 3-0 con gol de Curro de falta y su posterior expulsión injusta. Pesó demasiado Caravaca y quedamos eliminados. Un palo tremendo.
P: ¿Qué dolió más, la eliminatoria de Caravaca o el descenso a Tercera?
R: Uff, casi dolió por igual. Hombre, igual el descenso porque en Segunda B estás a un paso del fútbol profesional. Teníamos un equipo que podría haber optado incluso por pelear el playoff de ascenso y fue un golpe tremendo. En Tercera sabes que tienes que dar dos pasos más para la LFP, y en cambio en Segunda B estás a un pasito como quien dice. Fueron muy dolorosas las dos cosas pero yo creo que más el descenso. Fue traumático.
P: En Tercera se forman equipazos.
R: Sobre todo el último. En el primero teníamos muy buen equipo pero perdimos demasiados partidos para ser quién éramos. No teníamos la solidez que debíamos tener y eso se notó en el playoff. El segundo año tuvimos un equipo tremendo, de hecho llegamos a pasar un par de eliminatorias de Copa del Rey y eliminamos al Pontevedra. Perdimos un partido en todo el año me parece. Luego fue la eliminatoria con el Mallorca B, que tenía un equipazo de gente que luego llegó a Primera División como Tomás Pina, Nauzet el portero, o Sergio Tejera que fue capitán del Oviedo. Tenía un equipo terrorífico y pensamos inconscientemente que iba a ser mucho más fácil de lo que fue. Fue complicadísimo y el ambiente de aquel día es algo que yo no olvidaré mientras viva. Me acuerdo que fue un sábado a la tarde noche, orbayaba y estaba el Tartiere increíble, una atmósfera que te ponía el corazón a 180 pulsaciones. Fue un auténtico placer aquel día.
P: Hablabas de la tristeza de Caravaca. También tuviste tu cuota de alegría con esa eliminatoria en Mallorca. ¿Cómo viviste ese último partido?
R: Fue un partido en el que tuvimos ocasiones para marcar y no pasar tantos apuros. Recuerdo que tuve una ocasión a la cruceta en la prórroga para el 1-1, pero al final llegamos a la lotería. Ahí hubo dos cosas claves, primero nuestros seis lanzamientos que fueron espectaculares y lógicamente la parada de Aulestia. Hay una anécdota de la que me acuerdo perfectamente. Me tocaba a mi precisamente el séptimo lanzamiento. Si Aulestia no lo hubiese parado me habría tocado a mi lanzar el séptimo. Llevaba como diez minutos eligiendo el sitio donde iba a tirar y no lo tenía nada claro. Así fue que cuando paró el penalti Aulestia yo creo que fui el primero en llegar a abrazarlo y a llorar allí con él (risas). Luego ya fue increíble el recibimiento en el aeropuerto cuando llegamos, la plaza del ayuntamiento llena en un ascenso a Segunda B. Ahí es donde ves la grandeza que tiene ese club, el entorno, la afición y ese sentimiento. Estás extasiado.
P: Después de jugar muchos partidos y minutos ya cuentas con poca participación en ese último año, que se culmina en Pontevedra en un momento en el que tampoco parece que se encontrara muy cómodo el equipo.
R: Ese año yo tengo mucho menos participación. La verdad que el equipo llegó un poco justo. Había muy buena plantilla también. La llegada de Pichi Lucas cambió muchas cosas. Al principio el equipo estaba bastante mal y con Pichi Lucas se revitalizó. Empezó a funcionar y se llegó a pelear por un objetivo que parecía difícil a principio de año. Es cierto que llegamos un poco justitos y el Pontevedra fue un rival duro y no tuvimos la fortuna para conseguir ese segundo ascenso consecutivo que hubiera sido tremendo.
P: Desde el conocimiento profundo de la categoría y de esas plantillas de las que formaste parte y ahora con la perspectiva de entrenador ¿das más peso a la selección de un entrenador idóneo para esas circunstancias o a la confección de una buena plantilla?
R: Es todo una suma. Hay que tener un poco de equilibrio. Por supuesto si quieres conseguir objetivos buenos ni te vale solo el entrenador ni el tener una buena plantilla. Hay que tener un buen entrenador y hacer una plantilla en relación a los gustos o a la forma que pueda emplear el propio entrenador. Si tienes a un entrenador con unas ideas determinadas no puedes firmarle a unos jugadores que no se adapten a ellas porque no va a cuajar eso. Es un equilibrio. Yo siempre dije que los que saltan al verde son los jugadores. Los entrenadores deben adecuarse un poco a los jugadores, que son los que al final tienen que tomar las riendas y las decisiones.
P: Tú en concreto fuiste compañero de Pacheta, uno de los entrenadores de moda y que fue jugador y luego entrenador del club ¿Hasta qué punto necesita un entrenador experimentar ese fútbol de barro, en esas categorías tan complicadas de abajo?
R: Es muy importante porque son situaciones que se dan en muchos partidos. No siempre juegas en estadios muy buenos ni ante mucha gente. A veces toca ponerte el mono de trabajo y saber lo que puede o debe pasar en esos partidos. Por eso es bueno tener esa experiencia de saber a qué te vas a enfrentar en esas circunstancias. Si no sabes adaptarte a esas situaciones estás fastidiado, no vas a conseguir triunfar en ello, porque no vas a poder lidiar con esa situación.
P: ¿Cómo se afrontan como jugador esos partidos en los que sabes que tienes todas las miradas y al público que arrastra el club allá donde vas? ¿Cómo manejas esa presión de jugar en un equipo superior ya no por plantilla sino por nombre?
R: Eso forma parte del funcionamiento del futbolista. Lógicamente al jugar con una camiseta del peso, historia y la exigencia del Oviedo hay que saber a qué atenerse. Y en esas categorías, sobre todo en Tercera, nosotros éramos el Oviedo, todo el mundo te quería ganar. Y tú aparte de ganar tenías que dar la imagen acorde con un club de ese prestigio. Aparte de ganar y dar buena imagen tienes que satisfacer a los seguidores que van a verte, porque lejos del Tartiere ibas a campos en los que había más personas del Oviedo que del equipo local. Esa gente se merece que des todo por esa camiseta, que marchen contentos y felices a casa y que tú hayas representado lo que lleva el escudo.
P: Cuestiones de presión al jugador. ¿Una grada con 25 mil personas te puede apretar demasiado?
R: Una grada del Tartiere con 25 mil es una caldera. Es la mejor sensación que puede tener un futbolista. Claro que te aprieta y te lleva, pero también te va a exigir. Estás en un club en el que la exigencia es máxima independientemente de la categoría. Hay que saber llevar esa exigencia, esa presión. Es una maravilla jugar ante 25 mil personas en el Tartiere, pero también tienes que ser consciente de la exigencia a la que te están sometiendo.
P: Te pilló como jugador veterano, con mil guerras. Compartías vestuario con mucho chaval que prometía pero que es posible que no supiese manejar bien ese tipo de situaciones. ¿Cómo se podía ayudar a esos jugadores a los que en determinados momentos les podían pesar las botas?
R: Intentando aportarles tranquilidad y ayudarles tanto dentro como fuera del campo. Sobre todo si se cometían errores o no se acababa de encontrar el ritmo adecuado hacia que tranquilizar, hablar, e intentar reconducir todo ese nerviosismo y presión hacia algo positivo. Es difícil para chicos jóvenes, pero también a gente con muchas batallas le cuesta jugar en esos ambientes. Al final el ser humano tiene ese funcionamiento. Había que ayudarles, durante la semana hablabas con ellos, y les decías que había que disfrutar. No todo el mundo lo consigue y es complicado también.
P: ¿Como entrenador qué importancia le das a esa conexión desde el punto de vista psicológico con el jugador? Sabes la relevancia que puede tener el fin de semana porque ya lo has vivido.
R: Hay que ser cercano al jugador, entender los problemas que pueda tener, porque al final los problemas personales también se pueden llevar al tema deportivo. Estar pendiente y ayudarle. A veces también debes entender con qué jugador tratas. A uno le puedes entrar de manera distinta a otro. A lo mejor uno es un poco más receptivo a la crítica y otro no lo encaja bien. Hay que ser un poco “psicólogo” para ver la persona con la que te relacionas. Gente extrovertida, introvertida, es algo que te dan los años y estar en muchos vestuarios.
P: También fuiste importante a la hora de promover fichajes para el Oviedo. Son varios los jugadores que me han hablado de la charla con Chicho Villanueva para convencerles de ir a Oviedo. ¿Qué les decías para que firmasen?
R: En esos años de Segunda B yo había coincidido con varios jugadores que al final recalaron en el club. Cuando me hablaban de la opción de ir allí y me preguntaban, yo les contestaba “vete haciendo la maleta que te espero aquí y ya te recojo yo”. Cuando un equipo como el Oviedo te llama no puedes tener otro tipo de pensamiento que no sea jugar en el Tartiere.
P: Antes de ayer todavía estabas jugando. Después de tu paso por el cuerpo técnico del Caudal ¿qué perspectiva te planteas como entrenador?
R: De momento no tengo ninguna perspectiva sobre el tema de entrenar, la verdad es que lo tengo un poco apartado. No sé, quizá no me llenó lo suficiente. Quiero probar otras facetas, quizá en lo relativo a la dirección deportiva y secretaria técnica. Me gusta más esa idea que el tema propio de entrenador.
P: En Oviedo están recuperando a antiguos jugadores para determinados puestos. No sé si te ves en el organigrama de alguna manera.
R: Sí, la verdad es que están volviendo a llevar a gente de la casa y creo que es clave, por el sentimiento y el conocimiento, y sobre todo por esa conexión con la gente. Sería para mi un orgullo que se acordaran de mi para alguna labor en el futuro. Por supuesto, como te dije antes, al Oviedo no se le puede decir que no nunca.
P: En relación al presente del equipo, se maneja en una posición muy favorable después de un tiempo dando tumbos. Ziganda estaba casi fuera en diciembre ante de ir a Ponferrada y ahora el equipo es el mejor de la competición desde finales de enero. ¿Les ves con opciones reales de pelear en el playoff?
R: Le veo muy bien, de hecho los tres últimos partidos los puede ver en vivo en el Tartiere. Es un equipo muy sólido, un equipo muy difícil de ganar. Luego vi una conexión con el público buenísima, la gente está ilusionadísima y muy metida, y eso suma. Le veo muy bien para entrar al playoff y creo que puede ser el año en el que nadie daba como favorito al equipo para estar ahí arriba. Tiene muchas opciones y como se dé el caso el Tartiere va a llevar al equipo en volandas. Bien es cierto que los rivales van a ser complicados y difíciles. Sobre todo hay tres equipos que están por encima del resto, que son el Almería, Éibar y Valladolid, pero una vez metido ahí las opciones se reparten para todos y al final hay que demostrarlo en el verde.