Victoria de refuerzo doble la del conjunto azul. Primero por derrotar al rival en su feudo con los condicionantes sabidos por todos, y segundo por el empuje que da en lo clasificatorio.
Ziganda retomaba el once clásico, incluyendo como era previsible a Tarín en lugar del sancionado Costas, y recuperando a Mier para la mediapunta. Una alineación para trabajar desde la solidez.
Salieron los carbayones mejor, haciendo gala de su puesto en la tabla. Un Sporting timorato tardaría en entrar en el choque. En ese fulgor inicial Lucas pudo disfrutar de la escasa respuesta en su banda. El “Puma” no se animaba a cerrar y el ovetense gozó durante la práctica totalidad del encuentro de terreno para correr, quizá una de los puntos trascendentes en el juego del hoy visitante. Kravets sufría al encarar al lateral y a Viti, que quiso ser profundo. El primer acercamiento se saldó con un cabezazo de Mier que se fue alto.
Brugman y Luismi controlaron su parcela, dejando en la indiferencia a Pedro Díaz y Rivera, que debía acudir junto a la defensa para encontrarse con el balón. El verdadero peligro rojiblanco llegaba por las bandas con Rodríguez y Aitor, que apostaron centros laterales con alguna dificultad para la defensa azul.
El Sporting gozó de un par de ocasiones mientras que el Oviedo parecía haberse ganado el respeto de la posesión, aunque con cierto concepto errático al encarar la zona de tres cuartos. Luismi pudo emular su mejor versión ofensiva con una volea que detuvo Cuéllar.
Sí apretaron los locales en los instantes finales del primer periodo, resueltos con corrección por Calvo y Tarín, al que le tocó bailar con Djuka. Apenas le concedió un solo.
En el segundo periodo se volvió a escribir el mismo guión. El Oviedo se sentía más cómodo con el balón que un Sporting que acudía al partido a espasmos. A estas alturas estaba claro que el que primero marcase se llevaría el derbi. Ziganda optó por ser conservador y mantuvo el bloque, esperando que alguna oportunidad cayese en la bolsa. Martí movió ficha primero, agitando el banquillo. El entrenador navarro dio poco más tarde entrada a Rama y Sangalli por unos cansados Viti y Mier, en el umbral de los diez kilómetros recorridos. Piernas frescas para mantener la intensidad.
El Oviedo llegaba pero el pase definitivo no era efectivo ni se dirigía al mejor atacante. Bastón se fajó bien durante el partido en cualquier zona, pero el balón pasaba de largo o no era recibido en condiciones óptimas para el remate.
Cuando en el derbi asomaba el empate el gol se hizo presente. Un centro desde la izquierda fue tocado por Berrocal, que descolocó a Cuéllar. El balón rebasó la línea y el tanto subió al marcador. Tocaba bregar y frenar las acometidas, que tampoco tuvieron lugar de manera especial. El Sporting quería pero no podía, y el Oviedo supo controlar los minutos finales forzando faltas claves. El tiempo se fue consumiendo y el nerviosismo local se hizo evidente.
Pitido final, celebración de los azules e imágenes bochornosas, de esas que rara vez se ven en el fútbol profesional. Lo mejor, las palabras de Ziganda en rueda de prensa, demostrando que es un señor en mayúsculas. Contra viento y marea y con runrún permanente ha colocado al equipo con fuerza en la lucha por el playoff.