ENTREVISTA – ZAMORA

Alejandro Zamora dejó atrás el abrigo del Real Madrid, donde se había ganado un nombre en la cantera, para probar fortuna en el proyecto del ascendido Real Oviedo, que quería seguir su camino de vuelta al fútbol profesional. Corría el año 2005. Una temporada con la camiseta azul en la recogió experiencia y aprendizaje. 

PREGUNTA: Salías de la cantera del Madrid y digamos que era tu primer contacto con el mundo futbolístico más allá del club blanco. 

RESPUESTA: Estaba en la cantera del Real Madrid, y tenía planeado ese año salir. Ellos apostaban por mi, la verdad. Pero es de estas veces en las que te equivocas de joven. O tienes una idea equivocada de tu futuro. Cuando estás en el Real Madrid yo creo que tienes que aguantar lo máximo posible, hasta que te echen con agua caliente. Pero cuando estás ahí jugando y quieres prosperar, y tienes necesidad de crecer, por decirlo así, tomas decisiones como la de dejar el club. 

Aquel verano tuve ofertas que ellos no aceptaron, y al final debido a mi insistencia surgió la opción del Oviedo a finales de agosto. Me llamó Ramón Martínez, que era el director de fútbol en su época. Fui al despacho y me dijeron que el Oviedo tenía interés en firmarme. Inmediatamente le dije que sí. Mi cuñada es de Oviedo y conocía muy bien lo que es el club. El histórico Oviedo todo el mundo sabía lo que representaba. Es verdad que estaba en horas bajas, pero todo lo que conllevaba de afición, de instalaciones y de todo llamaba la atención. Apresuradamente dije que sí, no tuve dudas. 

Llegué rápidamente al club de un día para otro. Creo que fue unas horas después o el día siguiente cuando tuve que coger un avión para allá. Me encontré con una película muy distinta a la que tenía en el Madrid con gente de mi edad. Allí tenía a mucha gente con experiencia en el mundo del fútbol. Estaba Lusarreta o Ismael, mediocentro que venia de jugar mucho tiempo en Primera división, Ricardo, Jon Carrera, Nacho…todo era totalmente distinto para mi asimilar. 

Fue complicado al principio para mi. Salía de esa burbuja, como podemos llamar al Madrid, al fútbol real. Conllevaba más presión el no quedar en los puestos de arriba. Para ser las circunstancias que tenía el club y lo que había pasado se hizo un buen año, quedando séptimos.Teníamos esa exigencia, pero el club también debía ser consciente de que Segunda B posiblemente era la categoría más difícil de toda España. He jugado en Primera y en Segunda, y jugar en Segunda B con el objetivo de mantenerte arriba del todo era tremendamente complicado. Fue un año un poco convulso, se fue Antonio (Rivas) y llegó Velázquez. Fue todo un aprendizaje. Nada más llegar el primer día no recuerdo dónde fui a jugar…

P: El Berrón puede ser. 

R: Sí, efectivamente. Había una cantidad de aficionados impresionante. Me dije “esto es una locura, una pasada”. Estaba acostumbrado en el Madrid a que fuese gente, pero era más bien tu familia y amigos. Lógicamente si vas pasando al primer equipo la cosa va cambiando. No estaba acostumbrado a eso. Me sorprendió la afición que arrastraba el club. Era como un equipo de Primera división, en un momento de transición o de bache, aunque se hubiese ascendido el año anterior. Se notaba que ese club necesitaba aspirar a algo más. 

P: Hablabas de la burbuja del Madrid. ¿Cómo conseguiste vencer esa desprotección en un entorno tan exigente?

R: Lo que te hace sentirte la gente es futbolista profesional. Ya eres futbolista antes, pero no cuentas con ese respaldo, ese seguimiento. Lo primero que te hace es decir “oye, esto es otra cosa”.  También yo estaba acostumbrado a jugar y te encuentras con gente en tu puesto con más experiencia. Lo primero que me quedó es aprender de la gente más mayor y aprovechar mis momentos o mis minutos. Tenía buenos profesores allí, buenos maestros. Aprendí todo lo posible, a coger la máxima experiencia. Y la verdad que fue duro, porque había momentos en los que yo no entraba en el equipo y creo que entrenaba bastante bien. Pero el míster tomaba sus decisiones y había que respetarlas. Se me acercó un día Diego Cervero al final de temporada, que había sido un año bastante regular, y me dijo que tenían pensado renovarme, que a lo mejor era una opción. Con lo poco que había jugado estaba abierto a esa posibilidad y creía que podía ser más útil de lo que había sido ese año. 

Lo único que te queda en ese momento es aprender y escuchar a los mayores. También te lo digo ahora, tenía que haber escuchado más, pero vas con la juventud, ilusión, y cometes errores como todos. 

P: Das el salto de categoría desde Tercera a Segunda B. ¿Cómo era esa Segunda B, con mucho veterano y profesional de la categoría y jóvenes en búsqueda de minutos como tú?

R: Era muchísimo más complicada de lo que es ahora, honestamente. El nivel ha bajado bastante. En aquel momento yo venía de la Tercera madrileña, que era también de las más fuertes. Fui a Segunda B en el grupo del norte. Antes los grupos se diferenciaban mucho más. Era más físico. Había campos muy bonitos, pero otros por ejemplo en el País Vasco en los que era muy difícil jugar. Venías con la idea de jugar con calidad, de mover al equipo, y era un fútbol que no era ideal para mi, tampoco para Michu lógicamente. Te ibas adecuando a todo, pero era una Segunda B muchísimo más competitiva. Fíjate que estaba el Salamanca donde luego jugué en Segunda. Todos los equipos vascos eran dificilísimos en su casa, se manejaban muy bien. Llegaban a Oviedo y eran más factibles por decirlo así. Terminé jugando en todos los grupos. 

Sobre ese salto como dices tú, de Segunda B, si me hubiese ido a la zona de Andalucía por ejemplo, a lo mejor me hubiera costado menos. Ese grupo era complicado por la dureza de equipos que a lo mejor no iban a jugar a lo mismo que nosotros. Si hubiéramos tenido algo más de consistencia quizá habríamos peleado por entrar entre los cuatro primeros. 

P: Evidentemente llegaba el domingo y había que ganar, que era el mejor resultado. ¿Notabas presión especial en esa semana previa?

R: Sí lo notábamos porque sabíamos que éramos el Oviedo. Veníamos resurgiendo como un Fénix. El club iba hacia arriba y tenía que colocarse donde se merece. Estaba el Salamanca, al que todos veían como favorito, pero el nuestro era un club fuerte en cuanto a respaldo. A lo mejor económicamente no, pero sí teníamos nombre y buenos jugadores. 

Lógicamente durante la semana nosotros mismos nos poníamos esa presión, había que darle una alegría a toda esa gente que se desplazaba para verte. A veces venían 10 mil personas. No hay mayor presión que la que tú te metes para contentar a la afición. Sabíamos el escudo que llevábamos. Intentábamos darlo todo y nos metíamos esa presión, al margen de las masificaciones y de la gente que te seguía. La grandeza del Oviedo también tenía que ver en esa presión de que la gente te apoye. Debías responder. 

P: ¿En qué medida esos momentos vividos en Oviedo te ayudaron en el desarrollo de tu carrera posterior?

R: Bastante. Estaba jugando y creo que terminé con el Oviedo en mayo. El año siguiente firmé en el Betis y ascendí a Segunda B, y un año y medio después estaba jugando en Primera división. El paso por el Oviedo me hizo ir al Betis con mayor humildad. No es que tuviese soberbia, sino que juegas y creces en el Madrid, en un fútbol distinto, y luego ves el fútbol real, con gente mucho mayor que tú, con familia. Tienes que hacer otras cosas, jugar de otra forma y aprender de ello. Y también esperar tu turno. Es importante aprender eso. Sobre todo me tocaba esperar, tener paciencia y trabajar en el entrenamiento. Cuando trabajas todo al final llega, pero es verdad que luego llegué al filial del Betis, jugaba todo, y cuando llegué al primer equipo subía y bajaba. Entonces debía tener esa paciencia que ya había aprendido en el Oviedo. A veces los futbolistas decimos “nunca voy a llegar a los 33” y luego los años pasan rapidísimo. Me sirvió para tener esa tranquilidad y tener esa perspectiva no todo favorable, como era en el Madrid. En el mundo del fútbol pasan muchas circunstancias con las que tienes que lidiar. Mentalmente debes estar mucho más preparado que físicamente. Fisicamente te puedes poner a tono tarde o temprano, pero mentalmente es lo más importante yo creo. 

P: Era una plantilla con nombres importantes, como Ismael, que se incorporó prácticamente al mismo tiempo que tú, o Michu. Aparte de estos dos que menciono ¿qué jugador o jugadores esperabas que iban a jugar más arriba?

R: Adrián daba sus primeros coletazos. Debutó al final, pero empezó entrenando con nosotros. Me sorprendió gratamente Jon Carrera, me gustaba mucho la verdad. Utilizaba las dos piernas, tenía mucha calidad y un buen golpeo. Me sorprendía que estuviese en el Oviedo y no en otro equipo de una categoría más alta, o en Segunda B en un equipo más fuerte. Luego estaba Rubo que era muy habilidoso. Había buenos jugadores. Y a Michu, al que nadie va a descubrir, tenía de todo, se le veía un jugador de otra categoría. Jon Carrera tenía sus detalles de calidad que eran muy interesantes. De Michu sabíamos que iba a tener su oportunidad. Luego me enfrenté a él en el Celta estando yo en el Salamanca. Se destapó como goleador.

P: Porque entonces jugaba como mediocentro.

R: SÍ, jugábamos él y yo, él un poco más hacia delante y yo cubriendo más parte defensiva, o yo con Ismael y él un poco más ofensivo. Siempre tenía esa llegada. Era un jugador que llegaba desde atrás, más que jugador referente. Tenía esa zancada potente y calidad. El Madrid ya lo conocía, lo había llamado creo cuando estaba yo allí. Le llamó un par de veces y no dio el paso. Lo tenía en agenda, obviamente. 

P: ¿Sigues la actualidad del equipo?

R: Sí lo sigo. A Brugman lo conozco de su época en el Parma y sé que está siendo importante. El equipo está séptimo y abierto a todo. La Segunda división, que la conozco bien porque he jugado años, es complicadísima, pero no se puede perder la esperanza hasta el último minuto porque hay posibilidades. Igual que encadenas dos derrotas y te vas para abajo, ganas dos seguidas y puedes pelear por el playoff. No lo veo como una locura. 

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