Alain Arroyo fichó por el Oviedo después de un sólido paso por el Mirandés en Segunda. Delantero de contrastada experiencia con distintos registros que no tuvo suerte en su única campaña como jugador azul debido a las lesiones. Una vez colgadas las botas ha tomado el camino de entrenador al frente del Urduliz FT en Tercera RFEF.
PREGUNTA: Empecemos por tu fichaje por el Oviedo.
RESPUESTA: La verdad es que tenía apalabrada la renovación en Miranda el año que mantuvimos la categoría en Segunda división. Al final por cosas del fútbol no firmé. El día que habíamos quedado para la firma el director deportivo no pudo ir. Se aplazó una semana y resulta que el día que iba a firmar me dicen que no vaya, que no me van a renovar. Hubo falta de palabra del en su día director deportivo del Mirandés. Como no estaba firmado la palabra no valía. A partir ahí, creo que fue un 27 ó 28 de julio, mi representante empieza a moverse por el mercado y salen dos o tres ofertas muy buenas de Segunda B, entre las que estaban la del Cádiz y el Oviedo. Eran las más interesantes a mi modo de ver en aquel momento porque eran equipos que por nombre y por historia no merecían estar en esa categoría. Entendía que eran proyectos interesantes y bonitos para volver a tener un año bueno y para poner al equipo un poco más cerca de lo que se espera del club. Tenía alguna oferta de Segunda, pero me decidí después de hablar con Carmelo del Pozo. Fue el que más interés mostró. Tres o cuatro días después, y tras hablar con la familia, la decisión fue la de ir a Oviedo por el proyecto deportivo y por la confianza que me mostró Carmelo Del Pozo. Así nos aventuramos a jugar en el Real Oviedo.
P: A tener en cuenta la cercanía con casa.
R: Fue un hándicap para el otro equipo más interesado, el Cádiz, que el Oviedo estuviera a tres horas en coche de casa. Pero yo me rijo mucho por las emociones y el momento, y sí que Carmelo supo despertarme esas ganas de poner al Oviedo en su sitio, de acercarlo a donde merece estar. Me vendió mejor el proyecto y me incliné por esa opción. Fíjate que tenía más cerca de casa al Éibar en Segunda división y me decanté por el Oviedo, que estaba una categoría más abajo. Fue más por el proyecto, la emoción, la confianza.
P: Esas palabras y promesas se convierten en realidad y eres jugador del Oviedo. ¿Cómo son esos primeros momentos?
R: Pues de lo que había vivido hasta ese momento el entrar en la familia del Oviedo me pareció muy grande. Entrar de repente en un club muy grande, que abarcaba muchos aspectos. Estuve un mes viviendo en un hotel mientras buscaba piso para estar con la chavala y mi hijo y me pusieron todas las facilidades del mundo. El mismo día que llegué me alojaron en un hotel, luego la rueda de prensa y la presentación en el estadio…me pareció otro mundo, muy profesional, estar muy cerca de la élite.
P: Habías estado en Segunda y venias de Miranda con un campo más coqueto. ¿Y ese paso de jugar en el Tartiere?
R: La verdad que era como una montaña rusa. Justo nuestro año no fue nada fácil porque teníamos un plantillón, unos jugadores de la leche, pero no conseguimos encajar bien como equipo. En casa no dimos lo que se esperaba de nosotros, no tuvimos esa regularidad que deberíamos haber tenido para poder jugar el playoff. Fue una montaña rusa. Hubo días en los que la grada estuvo con nosotros, en otros nos pitaba mucho. Nos criticaban más el juego que la actitud, porque creo que todos la poníamos. Incluso lo hablamos y sabíamos que teníamos que dar un paso. Fue una de cal y otra de arena te podría decir.
P: El objetivo no lo cumplís, porque era el de al menos llegar al playoff. En tu caso también se junta el aspecto físico, una serie de lesiones que te impiden tener regularidad.
R: La verdad es que no he sido un jugador que me haya lesionado. Las lesiones me habían respetado bastante en mi carrera deportiva. Creo recordar que la primera lesión que tuve allí fue justo en una peinada, una asistencia que le di a Susaeta contra el Tropezón en el 0-1. Al ir al suelo se me cayó el contrario encima. Vino un esguince y estuve seis semanas parado. No tuve esa continuidad que dices. Un delantero vive de los goles, pero yo era un poco atípico porque aparte de los goles daba muchas asistencias y tenía mucho trabajo defensivo. No acabé de rendir todo lo que me hubiera gustado. Luego tuve otra pequeña lesión contra el Compostela que me tuvo apartado las últimas seis jornadas de liga, que era cuando nos jugábamos todo. Intenté apretar para ver si podía entrar en esos partidos y llegar al playoff y no fue bien, recaí. Esa continuidad de los años anteriores no la conseguí tener. La segunda lesión pudo ser más bien por el estrés y la ansiedad por querer demostrar y dar todo por el equipo, y ver que no puedes ayudar.
P: ¿Penalizaba mucho la presión, la exigencia y la atmósfera?
R: A mi personalmente no me penalizaba porque siempre me he abstraído a la hora de jugar de lo que venía fuera del terreno de juego, de la grada, los aficionados, los contrarios. Sí que es verdad que durante la semana, si habíamos ganado se notaba en la ciudad que había alegría, que la gente te saludaba y animaba, y tras perder todo lo contrario. Igual el que te saludaba la semana anterior ya no lo hacía. Si íbamos a comer seis o siete compañeros del equipo oías comentarios y que te criticaban desde la mesa de al lado. Ese tipo de cosas que en otros equipos yo no lo había vivido. Al ser Oviedo una ciudad tan grande y tener un equipo en Segunda B yo podía entender ese sentimiento de “cómo podemos estar en esta categoría con este equipo y no estamos primeros o segundos”. Lo entiendo y hasta me pongo en su lugar. Ya no te digo el dinero que cobras, porque puedes ganar 200 euros y ser un profesional como la copa de un pino o cobrar 3 mil y ser igual de profesional. Sí que a veces el ambiente y el entorno no nos ayudaba a que nos salieran las cosas como nos deberían de salir.
P: Me decías que había un plantillón pero que no se alcanzó una conjunción como equipo. ¿Qué hizo falta para conseguir el pegamento?
R: Pues no lo sé. La verdad es que yo venía de jugar en Miranda donde éramos catorce jugadores vascos. Nos conocíamos y llevábamos dos o tres años juntos. El año de Oviedo cada uno venía de un sitio. Había dos valencianos, tres vascos, gente de la cantera que había salido del Oviedo, dos andaluces, uno o dos de Cataluña, otro gallego…igual en el tema motivacional en cuanto a hacer grupo entre nosotros, ese sacrificio que tienen los equipos en los que se llevan todos muy bien y que luchan todos por el mismo objetivo, no terminamos de tener esa conexión. Pues como pasa en los equipos ganadores. Si son ganadores tienen esa conexión, como le pasó el otro día al Madrid contra el PSG. Llevan muchos años jugando juntos, se conocen, y en una situación adversa son capaces de darle la vuelta porque tienen esa conexión, ese espíritu de sacrificio para dar ese paso. Y al revés le sucedió al PSG. Viene un proyecto nuevo, con nuevos jugadores y cuando parece que está bien no lo está, porque no tienen ese sacrificio el uno por el otro. Son ese tipo de cosas, detalles, que la gente de fuera del fútbol no conoce o no las ve tan importantes. Ahora que estoy entrenando a un equipo en Tercera RFEF veo que es una de las cosas más importantes que debe tener un equipo para lograr sus objetivos.
P: ¿Es más importante tener una buena base y proyecto que consolidas y dejas madurar con tiempo que una gran plantilla con nombres? Decirle claramente a la afición que se va a construir un proyecto con paciencia, y que si una temporada no se consigue el objetivo se habrá dado un paso de gigante para la siguiente.
R: Habrá opiniones de todos los gustos y de todos los colores, pero para mi desde luego tiene una importancia capital, como decía un entrenador mío. Me parece que sólo ya con eso has ganado partidos.
P: Existe una división de opiniones entorno a la figura del entrenador. Hay quien dice que el tiempo de Ziganda ya está amortizado, que no consigue dar el paso adelante con una plantilla mejorada. Por el otro lado sus defensores hablan de proyecto. ¿En qué punto sería más beneficioso para el Oviedo? ¿Darle más continuidad al entrenador con esa base de jugadores o pasar página?
R: Yo soy más partidario de dar continuidad al trabajo del entrenador. Muchas veces sólo nos fijamos en lo que aparece en el periódico al día siguiente como “El Real Oviedo ha perdido 1-0” ó “El Real Oviedo ha perdido 2-1”, cuando detrás de ese resultado hay muchísimas más cosas que valorar, trabajo del cuerpo técnico, de los empleados, de todos los que ayudan para que los jugadores estén en las mejores condiciones posibles, que tengan la mayor información. Es cierto que a veces no hay esa comunión entre equipo y afición y que hay que dar paso a otra cosa o hacer algún cambio.
Mira lo que le pasó a Jagoba Arrasate. Estaba en descenso a seis puntos de la salvación y salió el director deportivo a decir que “el capitán de nuestro barco es Jagoba Arrasate, si se hunde el barco se hundirá con él, y se sale a flote saldrá con él”. Hace unos días renovó hasta 2024. Salvó la categoría, hizo un temporadón el año pasado, esta temporada está siendo buena. No se valora desde fuera el trabajo que se hace desde el staff técnico. Soy más partidario de dar continuidad a los técnicos antes de quitarles a mitad de temporada, al final o en la jornada 10.
P: Otra cuestión encima de la mesa. Tú fuiste delantero al igual que Ziganda, que tuvo éxito en la élite metiendo goles. Se le viene considerando entrenador defensivo. ¿Casa bien ese concepto?
R: Sí que es raro que le tilden de defensivo. Yo he jugado contra equipos de Ziganda, cuando estaba en el Bilbao Athletic y ascendió a Segunda división. Tenía a jugadores que ahora están en el primer equipo como Yeray o Williams. En un Barakaldo-Bilbao Athletic estuvimos atacando los primeros cinco minutos, metimos el 1-0 y creo recordar que pasamos tres veces más del medio del campo en todo el partido. Entonces eso de defensivo…igual es que al haber sido atacante ves más situaciones de juego ofensivo e igual haces más hincapié en lo defensivo porque es lo que te falta o esa carencia que puedes llegar a tener. Pero no creo que sea un entrenador defensivo ni mucho menos.
P: Una que te tiro como delantero que fuiste. Está en el Oviedo Borja Bastón, que se está reencontrando con su mejor versión después de unos años a un nivel menor. ¿Cómo se trabaja esa psicología del delantero para superar esas temporadas con pobres números?
R: Esa es la clave. Quien sepa gestionar y mejorar eso con cada delantero que tenga tiene mucho ganado. Creo que va más con la confianza del jugador en sí. Borja no ha estado tan cómodo como está ahora en Oviedo y sus cifras no han sido tan altas igual por la confianza que tiene, que se siente respaldado, a gusto con el grupo, y se siente importante. A mi me ha pasado que en los equipos en los que he tenido confianza también he rendido mejor y he hecho más goles que en los que me he visto que iba un poco por detrás. En cuanto al acierto y el error hay veces que le pegas siempre al muñeco, y otras en cambio trabajas, te alimentas y descansas igual, haces todo para estar en las mejores condiciones y te va a gol. Al final lo que te marca estar en una categoría o en otra es cuantas veces metes gol y cuantas van al muñeco.
P: Empiezas como entrenador en Tercera RFEF. ¿Cómo ves esa categoría? ¿Ves tu futuro como entrenador?
R: En cuanto a la segunda pregunta, es lo que voy a intentar. Es por lo que estoy apostando, por intentar hacerme un hueco y un nombre en este mundo, trabajar día a día, conocer jugadores, ver partidos, entrenadores, diferentes metodologías. Día a día aprender algo nuevo y a la mochila. Y el día de mañana lo que tenga que pasar, pasará, tampoco me preocupa mucho.
Sobre la primera pregunta. El típico tópico que se dice de todas las categorías. Me parece una categoría muy difícil. Los equipos que están arriba, como en nuestro caso el Portugalete, Alavés B, tienen esos jugadores diferentes que marcan la diferencia. Igual llegan cinco veces y te meten dos, y puede ser que contra ellos yo necesite dieciséis para meter una. Los partidos al final se decantan por pequeños detalles.