El Oviedo sufre mal de altura

Estaba el asunto para llevarse los tres puntos y entrar en la rueda del playoff. Con un rival en puestos de descenso y jugando en casa, los argumentos los veíamos encima de la mesa. Pero no se dio. Fue un partido feo el de los locales, porque el Sanse jugó cómo quiso, aprovechando el buen pie de casi todos los jugadores del prao. 

Modificó su dibujo Xabi Alonso para encapsular a Jimmy y Luismi, que ni tuvieron espacio ni habilidad para pensar. Tres centrales que en ataque pasaban a ser dos con Urko dos pasos por delante para ayudar a Olasgasti y un muy buen Beñat Imaz para comprimir el juego y tocar a la banda, donde Gabilondo pudo aprovechar la fragilidad de Borja Sánchez para profundizar. No estuvo fino el 10 azul, ni cerrando ni ofreciendo salida en ataque. 

Los dos equipos jugaban con los papeles cambiados. Era el Sanse quien parecía ser el equipo de arriba y un miedoso Oviedo el que trataba de encontrar aire para salir de abajo. No se encontró nada a gusto el conjunto de Ziganda, como en Burgos. Bastón y Obeng pasaron inadvertidos. El juego no fluía y sólo la carrera inconclusa de Viti y algún apoyo de Isaac daban algo de sentido. Por la izquierda Mossa bastante tenía con pelearse con Alkain, las caídas de Karrikaburu a su zona y cubrir a un hoy perdido Dani Calvo. 

Xabi Alonso leyó el partido y movió las piezas de su tablero, siempre respetando la presión a la medular, clave para que los carbayones entrasen en indecisión e imprecisión.

Los donostiarras prometían llegar, y lo hicieron. Un disparo lejano de Alkain tocó con fuerza en el poste, para amargar más la tarde al personal. El Tartiere aprieta, pero el murmullo no enmudece en el verde. Los jugadores lo sienten. 

Tras el descanso Ziganda desde el móvil indicó pronto, mucho más que lo habitual, un cambio. Quizá condicionado por la atmósfera que se iba creando decidió dar entrada a Montiel y Sangalli, para retener una posesión que le era esquiva. Montiel quiso y pudo jugar, abarcando el campo en 60 metros. Robando, distribuyendo y dando el pase al espacio. El Oviedo se movió mejor, pero no finalizaba. Si no tiras a puerta no ganas. La Real probó a Femenías con una internada de Alkain que el balear envió a córner. Ziganda arriesgó adelantando a su equipo, tratando de vencer una resistencia para la que estaban preparados los cachorros realistas. Han vivido toda la temporada abajo y eso curte. Ensayo y error. 

Otra ristra de cambios en el banco azul, hoy dispuesto a remover el cazo. Pombo y Matheus a la pelea. El delantero brasileño salió con ganas, dando a entender que le faltan minutos. Casi nadie en el Tartiere sabe a qué juega, y él es consciente. 

Activó Ziganda el botón de aceleración, insuficiente. Apretó sin duda, quiso llegar, aunque de manera atropellada. La Real se hizo fuerte, demandó su derecho a puntos y a ello se agarró. Y se terminó aprovechando de un monumental error de los locales a la hora de ejecutar una falta peligrosa a favor. Fue un rival quien se hizo con el control del balón y salió disparado hacia Femenías. La oposición no apareció convenientemente y con un guardameta ya vencido Isaac cometió un penalti necesario. Gol y mirada al prao. Pero el dios fútbol concedió una oportunidad al Oviedo de rescatar un punto en los últimos instantes. Penalti claro por manos que Bastón no hizo bueno. Clásica concesión del equipo de Alonso, acostumbrada a dar vida extra al contrario. No hubo lugar a la resurrección.  

Hoy no fue el Oviedo el más listo de la clase. Toca repasar y ver si existe examen de recuperación. El profesor no suele dar demasiadas opciones. 

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