La figura de Manuel Lafuente emergió cuando el Real Oviedo se encontraba desarmado y listo para recibir la puntilla. Asumió la gestión de un club que no contaba con argumentos para mantenerse a flote. Sin apoyo económico ni institucional, en una atmósfera enrarecida y con el viento en contra, consiguió que el oviedismo no se ahogase en el océano de las deudas. Labor fundamental al frente de un Consejo que no dejó morir a un Oviedo al que los socios finalmente rescataron.
PREGUNTA: Comencemos por aquellas famosas reuniones en el hotel Monumental y la fractura que provocaron con respecto a los jugadores allí presentes. ¿Crees que se debería haber informado mejor de los pasos que se dieron?
RESPUESTA: El recuerdo que tengo en lo que a mi respecta es que fui bastante claro y conté la realidad tal cual yo la viví allí dentro. Recuerdo que efectivamente hubo planteamientos allí que no eran verdaderos. Tengo guardado en mi mente cómo uno de los primeros argumentos que se manejaron era que si no se cobraba denunciaban y que no retiraban la denuncia. Una de las cosas que se manifestaron allí es que yo no no había hablado con la gente explicándoles la situación. Resulta que después de terminar la temporada hicimos una comida en el hotel Monumental. Previamente aquella misma mañana fui citando a los jugadores uno por uno. No en conjunto, los cité a todos uno por uno. Tengo además un recuerdo muy específico en el que Iñigo Idiákez por ejemplo fue de los últimos a los que llamé y me contestó “presi, no me tienes nada que contar que ya lo sé”. Fue el único con el que no hablé digamos específica y detalladamente del tema, de cómo estaba la situación para explicar todo. Es más, con uno de ellos, Losada, estuve caminando por la senda del parque de Invierno cerca de una hora hablando de lo divino, de lo humano y hasta de su situación personal.
Me dio la sensación de que si ya se comenzaba con ese planteamiento algo no estaba yendo bien. No tenían que hacer mención a que yo no había hablado con ellos cuando lo había hecho con cada uno. Aquello me empezó a sonar no muy bien y aquella situación me resultó extraña. Luego por otro lado hubo curiosamente jugadores que no solamente pretendían reclamar lo normal que tenían en contrato sino que sacaron a relucir acuerdos particulares que en su día habían tenido con la directiva anterior y que no se los habían pagado.
Las reuniones en el hotel me da la sensación de que fueron muy poco interesadas en llegar a acuerdos.
P: Los jugadores hablan de caldo gordo al que no se le pudo o quiso echar algo de agua para rebajarlo, desencuentros y malentendidos, que se hicieron promesas que no se hicieron efectivas. Que había varias personas que se iban a hacer cargo y al final no terminaron apareciendo.
R: Lo que se habló es que dentro de la Junta Directiva cabía la posibilidad de firmar algunos avales, y estamos hablando de los famosos avales, que si eran solidarios o mancomunados. Hubo dos reuniones que se dieron en el hotel y la última se tuvo en un despacho a la que yo ya no asistí. Por las razones que fueran prefirieron que no estuviera, y en aras de facilitar cualquier solución yo no asistí.
En esa reunión en un momento determinado se puso encima de la mesa un talón posdatado, que es un talón en el que alguien firma para hacerlo efectivo en una fecha posterior. Lógicamente no supone más obligación que hacer frente al talón en ese fecha, y que si no se hace efectivo quien lo ha firmado incurre en un delito. Firmar un talón y no pagarlo es delito. Ante la tesitura del talón ofrecido con no muy buena intención se dijo que el talón no tenía fondos. Firmar un talón en agosto para pagarlo en diciembre no significa que tenga fondos en agosto, sino que debe tenerlos en diciembre. No se aceptó el talón por esa razón. El dinero que se firma a una fecha determinada tiene que estar en el banco en esa fecha.
P: Eran jugadores que llevaban tiempo con pagos irregulares y meses sin cobrar. ¿Se podría compartir el hecho de que tuviesen ciertas dudas acerca de esta solución por esos problemas previos en el cobro?
R: Sin duda alguna. La postura de los futbolistas la entiendo desde la perspectiva de que a partir de noviembre empezamos a tener muchas dificultades para hacer frente a los sueldos. De hecho la acumulación de deudas se produce a partir de ese momento. Cuando se llegó a junio, las deudas eran importantes. No hay duda ninguna. Los jugadores habían dejado de cobrar desde noviembre o diciembre y llevaban seis meses sin cobrar. No era extraño que tuvieran dudas. En ese aspecto no se les puede reprochar nada porque efectivamente eso era una realidad.
La realidad así manejada simplemente podía ser suficiente para decir que no estaban dispuestos a llegar a ningún acuerdo porque no habíamos cumplido el pago. Pero es que si hubiéramos cumplido no habría habido reunión ni nada. Sí es cierto y es asumible en el sentido estricto de los intereses de cada cual el haber tomado esta decisión. También es cierto que no facilitaron en absoluto el poder encontrar una solución. Solución en aquel momento no había. El Oviedo no tenía dinero, no tenía con qué pagar, estaba en unas condiciones en las que en pleno mes de julio las posibilidades de pago eran nulas. Lo que se ofreció fue el ir pagando en la medida en la que el Oviedo fuera capaz de ir generando ingresos. Eran situaciones que se generaban en muchas temporadas a base de anticipar el dinero de los abonos de la temporada siguiente. Sí que se habló de llegar a alguna quita o aplazamiento. No hubo ninguna opción a ello.
P: ¿Como directiva os encontrasteis solos ante el peligro?
R: No hubo nadie que aportara en ese momento alguna idea de solución. Transcurrido este tiempo, y aceptando cualquier postura que se quiera justificar, tengo la sensación de que, y es de dominio público…desde el Ayuntamiento se estaba tratando de desestabilizar por completo al equipo. Sin poder afirmarlo con pruebas, tengo el convencimiento de que desde el ayuntamiento se ayudó bastante a que no se llegara a ningún tipo de solución. Si es que la había. Podía haber apoyado, ayudado y hubiera zanjado el tema en nada. No solamente no ayudó sino que creo que hizo todo lo posible para evitar cualquier solución.
P: Sabiendo que a nivel institucional en lo más cercano había piedras o pedruscos en el camino. ¿Se llegó a plantear un auxilio por parte del nivel superior en el Principado?
R: El Principado había ayudado en su momento con el crédito de los famosos 500 millones de pesetas, que salvó el inicio de la temporada.
Llego al club después de que el Ayuntamiento hiciera el análisis de la situación económica del Oviedo. En aquella famosa Comisión de Notables en la que yo estaba, el Ayuntamiento, Gabino de Lorenzo, concluyó que no había solución y que el club tenía que desaparecer. Que se hiciera otro equipo que en poco tiempo recuperara el status que tenía éste pero sin deudas y sin nada. Plantear directamente una quiebra. Allí en aquel momento dije directamente que no estaba de acuerdo con aquella solución, que se podían intentar otras soluciones. Recuerdo la literalidad de las palabras “Perdona Gabino, pero a mi el estómago no me permite aceptar la desaparición del Oviedo”. Quizá aquella frase que se conoció hizo a Celso (González, máximo accionista del Real Oviedo) creer que yo podía conseguir del Ayuntamiento una situación más favorable y fue cuando me ofreció las acciones a mi para que me hiciera cargo de la presidencia e intentar salvar al Oviedo.
La situación era mucho peor que la información que se nos había facilitado a través del Ayuntamiento. No hay más que verlo. El Oviedo debía más de 7 mil millones de pesetas, estaba en la más absoluta quiebra. El valor de los jugadores, que en un momento determinado era lo único que podía tener el club, se habían desvalorizado de una manera tremenda. Con el no ascenso jugadores importantes se fueron. Estaba todo embargado: taquillas, publicidad, televisión…todo, con lo cual hubo que hacer auténticas filigranas para ir pagando a los jugadores. Pero para arrancar la temporada también ellos habían denunciado ante AFE la situación de impago que tenían, y se consiguió del Principado un aval de 500 millones de pesetas que permitió pagarles a los jugadores la deuda que tenían pendiente a 30 de junio. A todos no. Quedaron dos que fueron Jaime y Dani Amieva, con los que yo tenía una relación digamos de afinidad mayor que con los demás. Dejé de pagarles a ellos dos una cantidad importante, que prometí pagársela una vez que arrancara el tema y consiguiéramos algunos de los cobros que teníamos pendientes. Desgraciadamente los cobros pendientes de una publicidad no pudimos asumirlos porque nos los embargaron. Todos los jugadores que tenían los cobros pendientes percibieron las cantidades excepto estos dos jugadores a los que yo finalmente no conseguí pagar.

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P: Hablamos de distintos bloques. Por un lado estaba el Ayuntamiento, que abogaba por la solución planteada en otros lugares con la implicación institucional en la creación de un club que asumiese finalmente la identidad del Oviedo. Algo que se vio que no funcionó en la mayoría de los casos por otra parte. Otro bloque con vosotros como directiva con pie y medio en el precipicio. Y lógicamente la parte del accionariado de Celso, que os cedió su paquete. La figura de Celso siempre apareció ante el aficionado como oscura. ¿Se le puede dar algo de crédito?
R: Celso se equivocó repetidas veces con el Oviedo. En Segunda el Oviedo había arrancado con un equipo bueno, capaz de conseguir el ascenso sin duda alguna. Pero en un momento determinado se deja de pagar también, y en lugar de encontrar algún tipo de acuerdo o solución, ayuda…pues no. Es cierto que Celso había puesto mucho dinero avalando crédito de Cajastur, y llegó un momento que ese esfuerzo que se había hecho para mantener al día los sueldos de los jugadores se cortó. Se dejó de pagar. De ahí viene la deuda a la que tuve que hacer frente cuando asumí la presidencia. Ahí Celso gestionó muy mal la situación. No quiso o no supo negociar con los jugadores y eso en cierto modo originó que Eugenio Prieto, el presidente en aquel momento, se planteara el dejarlo definitivamente. Hay una especie de ruptura Eugenio/Celso que se materializó definitivamente y fue posiblemente en cierto modo la razón de que todo acabara yéndose al traste.
P: Esa primera temporada en Segunda se salvan los muebles, incluso el equipo es competitivo.
R: Arranca bien y es competitivo pero el objetivo era ascender. En esa temporada tenía una plantilla con sueldos de Primera. Pero los abonos y los ingresos eran Segunda. Esa temporada ya se presumía que iba a haber un déficit importante. El Oviedo arrancó la temporada razonablemente bien, e incluso estuvo cerca de los puestos de ascenso en bastante parte de la temporada hasta que estalló, por decirlo de alguna manera, la revuelta de los jugadores por no cobrar. Revuelta que no se manifestó tampoco públicamente. No fue una explosión de la situación. Pero uno analiza la evolución de resultados y ve cómo de repente el Oviedo cae en picado. Acaba sexto o séptimo pero con un plantillón. El Oviedo estaba jugando en Segunda con un montón de internacionales. Los más importantes la temporada siguiente, al no haber cobrado y estar como estaban algunos de ellos, se fueron como es lógico para asegurarse el pertenecer a un equipo con capacidad. Se fue Esteban porque no teníamos capacidad ninguna para pagarle el sueldo que tenía. Onopko, que podía haber sido un pilar fundamental para que la temporada hubiese salido mucho mejor, también. No se pudo evitar.
Celso siempre jugó un papel como propietario del club un tanto dudoso, pretendiendo apoyar pero sin hacerlo. Casi me atrevo a decir, pero en situaciones completamente distintas, que pasa un poco ahora con el grupo Carso, que en lugar de decidirse por la inversión definitiva y conseguir el ascenso están apoyando y dando pero de una manera tenue y liviana. Falta contundencia en la decisión. Eso fue lo que le faltó a Celso en aquella temporada. Si tengo que apoyar lo hago de verdad y no me ando con medias tintas porque no conducen a nada.
P: ¿Ese ascenso habría sido una solución por el aumento de ingresos o habría supuesto un parche para los problemas latentes?
R: ¿Si esa temporada 2001/2002 el ascenso del Oviedo hubiera sido solución? Sin duda alguna. Seguramente se hubiera salvado la situación porque efectivamente el valor de la plantilla ya justificaba el no encontrarse en causa de disolución ni quiebra. De haberse producido el ascenso la plantilla lejos de desvalorizarse se hubiera revalorizado de nuevo.
P: Sabiendo lo que sucedió, lo que dijeron y cómo actuaron unos y otros, si te montase en una máquina del tiempo para volver a esas reuniones en el hotel ¿qué harías?
R: No podría hacer nada más de lo que hice. No tenia ninguna capacidad económica. No podría haber hecho nada más de lo que hice, tratar de convencer, de explicar. Posiblemente ahora con 20 años vista pasó lo que tenía que pasar inevitablemente. ¿Podíamos haber llegado a algún acuerdo? Es posible. ¿Hubiéramos llegado a un acuerdo y el año siguiente en lugar de estar en Tercera hubiéramos estado en Segunda B? Posiblemente. ¿Y qué hubiera pasado en Segunda B? Que la deuda allí estaría. Tendríamos que haber llegado a una situación de suspensión de pagos y en Segunda B teníamos muy pocas posibilidades de sacar adelante la suspensión. Tal y como se desarrollaron los acontecimientos se puede decir que en el caso del Oviedo el peor de los escenarios fue la mejor solución para el club. Permitió precisamente esa tan desastrosa situación que los acreedores aprobaran el convenio. La gente no es consciente del significado de aquello 20 años después. Fue un verdadero milagro conseguir la suspensión de pagos porque era convencer a los acreedores de que no iban a cobrar y que tenían que permitir que el Oviedo continuara existiendo.
P: Toca organizar al equipo en Tercera en unas circunstancias en las que casi no había ni agua.
R: Eso fue el colmo de las situaciones. Se aprueba la suspensión de pagos pero a pesar de ello estábamos viviendo una situación intervenida con motivo de esa suspensión. Al bajar a Tercera y con la denuncia de los jugadores la quiebra por decirlo de alguna manera era inevitable. Se trabajó la suspensión, salió bien. Viajé a mil sitios. Ten en cuenta que teníamos deudas con el Partizan, un equipo sudamericano…deudas por todas partes. Hablé con todos, negocié y conseguí que se adhirieran. Incluso hubo un momento en el que el Principado como consecuencia del aval de los 500 millones se convirtió en acreedor. Costó mucho también que se adhirieran al convenio. Ahí tengo que reconocer, y no me duele en prendas decirlo, que fue Celso el que lo consiguió. ¿Por qué? No lo sé, pero sé que fue Celso. Eso nos permitió hacer un presupuesto adecuado a la categoría y partiendo de cero empezar a llevar todo el tema. Creo que tuvimos mucha suerte con el hecho de que Antonio Rivas aceptara el hacerse cargo del equipo y empezara a trabajar de cero. El milagro se produjo en el momento en el que efectivamente se aprobó el convenio de acreedores.
P: Con Rivas al mando de una nave completamente vacía ¿cómo se convence a los jugadores que se pretenden de que se integren en un equipo bajo esas circunstancias económicas?
R: Con mucha pedagogía. Hay que pensar primero que teníamos que hacer un esfuerzo importante de elaborar un presupuesto factible. Lo hicimos. En el momento en el que se presenta la suspensión de pagos las deudas quedan congeladas, con lo cual cualquier ingreso que se produzca “a partir de” se puede destinar a los gastos propios de la actividad. Los embargos previos ya quedaban paralizados. Era cuestión de hacer un presupuesto siendo conscientes de qué ingresos podíamos percibir y con qué ingresos podíamos contar para hacer frente a los gastos que tuviera el club en la Tercera división.
En una reunión que tenemos con los ex directivos de Eugenio Prieto, Celso González y los directivos que yo había incorporado, negociamos, hablamos, estudiamos, y valoramos la posibilidad de que yo continuara en el club. Digo que continúo si hay posibilidades. Por mucha voluntad e interés que tenía en que el Oviedo no desapareciera debería contar con medios. Me prometieron 80 millones de pesetas para hacer frente al pago inicial de los jugadores y a expensas de qué respuesta iba a dar la afición a la hora de sacar los abonos. Lo normal en aquella situación y en Tercera es que no se hiciera socio nadie, cuatro gatos, tres mil, cuatro mil. Y de los 80 millones no llegó nada.
El milagro fue que cuando ponemos a la venta los abonos a pesar de la situación que había, del conocimiento que todo el mundo tenía de cómo estaba el Oviedo, se produjeron unas colas tremendas. A pesar incluso de que Gabino había planteado la creación del equipo alternativo, cuando al Astur lo convirtió en ACF Astur. En ese momento llegamos a tener hasta ocho mil socios. Ese número permitía la elaboración de un presupuesto con posibilidades de cumplir. Estábamos en condiciones de decirle a la gente que habíamos llamado que les garantizábamos el cobro. Eso no evitó que no pudiésemos amarrar a todos los jugadores con los que podíamos contar de las categorías inferiores, los que terminaban de juveniles, donde había jugadores muy interesantes. Fue también la intervención de algunos intermediarios y representantes, que trataron de llevarse a todos los jugadores que pudieron. El Sporting se llevó media docena de ellos, el Madrid se llevó alguno, el Villarreal se llevó otros. A esos no fuimos capaces de convencerlos. Sí fuimos capaces de convencer a otros que se quedaron, con Diego Cervero a la cabeza, que fue posiblemente el más activo de todos. Dijo aquello de “yo aquí me quedo hasta que esto se resuelva” y convenció a muchos de sus compañeros de que se quedaran.
Eso sirvió para venderles a jugadores de afuera la realidad del club. Así fuimos incorporando jugadores. A medida que veían que estábamos cumpliendo puntualmente todos los meses se iban incorporando nuevos jugadores que fueron mejorando el nivel deportivo del club.
P: ¿Cuáles fueron las mayores dificultades durante esos meses?
R: La primera de las dificultades era el campo, que era del Ayuntamiento cedido al Oviedo. En ese momento pretende impedirnos el uso del campo. No tenia ningún argumento porque la cesión no estaba configurada para una categoría en concreto, sólo al Oviedo como tal, y mientras que siguiera vivo no tenían opción a evitar que jugáramos. A la vista de que era imposible quitarnos el campo pretendían que el ACF jugara también en el Carlos Tartiere, a lo que nos negamos. Estuve dispuesto a escuchar esa propuesta si venía acompañada de una compensación suficiente. No se planteó si quiera. Sin acuerdo con respecto al campo hasta el mismo momento del comienzo del partido con el Mosconia yo no sabía si se podía jugar ese partido allí.
P: El Ayuntamiento pretende no sólo el uso compartido sino que descuida el mantenimiento. Un campo de fútbol que se podía haber destinado a uso agrario.
R: Esa es otra de las historias. El encargado del mantenimiento del campo era el Ayuntamiento y no aportó nada, no ayudó. Nada de nada. Estábamos en la más absoluta precariedad. Y no solamente en el Carlos Tartiere, sino que teniendo el Requexón nos cortaron la luz, no teníamos agua caliente. Curiosamente ese nivel de dificultad extrema en la que estábamos a los jugadores que se incorporaron de fuera les sirvió de acicate. Ellos inmediatamente veían lo que estaba ocurriendo y se pusieron tan guerreros como los de aquí. Eso facilitó muchísimo el hacer oviedistas a todos los que vinieron de fuera. Es el día de hoy y cualquiera de esos jugadores se siente más oviedista que nadie. Y todo por lo que se vivía, por aquella guerra descarnada que se montó con el Ayuntamiento y el ACF. Todos los que vinieron, todos, no tardaron ni una semana en convertirse en guerrilleros del Oviedo en esa situación.
P: Una pregunta desde el punto de vista emocional. ¿Qué supuso para ti la victoria contra el ACF y la caída de ese equipo al que se nutrió para superar al Oviedo y ascender?
R: Emocionalmente mi primera victoria y situación en la que yo me crezco en lo personal, aunque de forma interna, es cuando veo que en un momento tan desesperado frente a un equipo con unos apoyos institucionales tremendos consigo muchísimos más socios que ellos. El conseguir que tuviésemos muchos más socios que el ACF para mi fue un primer triunfo y una inyección de moral enorme. Hay que pensar que empezamos la temporada con seis puntos negativos y acabamos la temporada líderes por encima de ellos. Y sin poder hacer los fichajes que ellos hicieron y que les sirvieron de muy poco. Ganarles supuso otra inyección enorme pero hay que reconocer que no sólo era ganarles sino destruirles el mito de que iban a ascender y nosotros no. Estábamos encaminados según ellos a desaparecer. Iban a ser el equipo que ascendería a Segunda B y relanzarse. Que el ACF no fuera capaz de superar la primera eliminatoria con el Guijuelo para mi particularmente, y para el Oviedo también, supuso un espaldarazo tremendo. No subieron y las cosas en el ACF y el Ayuntamiento se desinflaron por completo.
P: Dejas de ser presidente y hay un carrusel de entradas y salidas que llevan a la completa inestabilidad institucional y deportiva.
R: Estuve la temporada la Segunda, la primera y la segunda en Tercera, que ya fue una balsa de aceite, presupuestariamente todo resuelto. Económicamente el equipo estaba cumpliendo con las obligaciones que le quedaban con las administraciones, con la Seguridad Social fundamentalmente. Conseguimos el ascenso a Segunda B con lo que el presupuesto permitía el discurrir con normalidad deportiva y económicamente.
Surge el tema de la demanda de las acciones y cambian el Consejo de Administración. En ese momento el nuevo Consejo pretende darle una vuelta radical a todo lo que se había hecho en el Oviedo, desmontar todo lo que habíamos preparado nosotros y entrar en una dinámica que condujo a un nuevo descenso. Tenían a la afición en contra, no eran capaces de hacer nada que diera continuidad a lo hecho hasta ese momento, y no asumieron el éxito de esas temporadas anteriores. Cogen el equipo en Segunda B y lo destrozan. Juan Mesa de presidente fue un error de Celso, que como no encontraba un presidente se lo propuso a Mesa y así acabó el tema. Y luego con todos los que llegaron después. Hubo una rueda de presidentes que terminó con Alberto González. Es en Tercera donde se incorpora Toni Fidalgo porque ya no tienen otra solución. Fidalgo arregla un poco el tema y es cuando surge la necesidad de una inyección, porque si no el Oviedo tampoco tiene solución. Siendo un segundo milagro la presencia de Carso en la ampliación, cuando llega la situación desesperada del Oviedo estaba resuelta. El objetivo que era conseguir por la ampliación el dinero necesario para evitar la quiebra absoluta se había conseguido. Hacían falta me parece que unos dos millones de euros y cuando llega Carso ya se habían conseguido con la ampliación de capital. Una vez más al Oviedo lo salva la afición. Vuelven a ser los abonados los que efectivamente consiguen que el Oviedo salve su primer match-ball.
P: Los abonados de aquí y los que se unen a la marea creada por Sid Lowe.
R: Por Sid Lowe, por Matías y alguno más de los que trabajaron a nivel internacional en toda la fase de la salvación del club, de la ampliación que permitía su salvación. Cuando se incorpora Carso digamos que el primer match-ball ya se había salvado. Aporta todo lo demás y es cuando se puede dar por salvada definitivamente la vida del Real Oviedo.
Cuando dejamos el club en Segunda B estaba en condiciones de hacer presupuestos equilibrados, y una buena plantilla dentro de lo que cabe. La prueba es que a pesar de todo lo que hicieron quedaron séptimos me parece. De no haber hecho esas tres o cuatro temporadas desastrosas con esa rueda de presidentes, todo de la mano de Celso, el Oviedo a estas alturas ya llevaba unas cuantas temporadas en Primera.
P: ¿Mereció la pena el esfuerzo?
R: En la vida ocurren cosas, y con una perspectiva larga te preguntas ¿Volverías a hacer lo que hiciste? Sí, por una razón. Porque sentimentalmente el Oviedo significaba muchísimo para mi. Era muy del Oviedo, sigo siendo muy del Oviedo, pero ahora seguramente sea menos apasionado de lo que fui. Ahora mismo y con la edad que tengo no lo haría, pero en aquel momento lo hice y no me arrepiento lo más mínimo de haberlo hecho a pesar de que me ha costado lo suyo. No tengo ninguna sensación de pensar “Manolo, dónde te metiste”. Sé que fue muy duro, lo pasé mal sin duda alguna. Pero todo lo doy por muy bien empleado.