Empate a golazos

Muchas esperanzas había puestas en este partido contra el Mirandés. Por la posibilidad de darle carpetazo provisional a las dudas, y por la opción de sentirse más grande al encajarse en la parte alta de la clasificación.

En la previa Ziganda recalcaba la importancia de este choque. Había una necesidad de ganar para generar crédito y ahuyentar espíritus malignos. El resultado en Anduva se puede decir que es justo, y que incluso se podía haber decantado a favor de los locales si su ofensiva de niño chico se hubiese hecho grande. 

Lolo Escobar no escondió sus cartas en ningún momento, proponiendo una presión meritoria que no permitiese la fluidez en las botas de Brugman y Jimmy. Sin la línea de creación pensando la cosa se complica. Lo que pasa es que su propio equipo careció de lucidez y viveza para aprovechar la debilidad manifiesta del Oviedo en la nocturnidad del viernes. 

Femenías estuvo atento a las llegadas generadas sobre todo de la habilidad de Iñigo Vicente, una tortura para Isaac, que sufrió lo indecible para mantener la firmeza de la bandera. No estuvo fino tampoco el lateral en las salidas con el balón. Por la otra banda Mossa no quiso ninguna complicación y arreó patadones siempre que pudo. Un par de intervenciones fáciles del portero azul y otros tantos lanzamientos fuera del arco fueron el preludio de la gran oportunidad para los visitantes, en una jugada de Brugman, que terminó enviando el balón al área donde Sangalli tras un quiebro lanzó pegado al poste. 

Hoy Pombo salía de inicio, pero el fútbol no le quiso esta noche. Sus apariciones enseguida se taparon con la cortina, aunque tampoco se le buscó en las posiciones donde de verdad hace daño. Viti por la izquierda apenas respiró fuera del agua, y Bastón se desesperó ante la falta de balones. 

Mientras el Mirandés crecía en precisión, y Rey se hacía con la manija en su juego de primer toque a banda, el Oviedo no ajustaba y se iba pareciendo al partido contra el Leganés. En los dos bandos los ataques nacían fruto de errores no forzados, de pases erróneos que provocaban contras. No estaba el Oviedo cómodo en este intercambio de posesiones, donde daba la sensación de que se iba a tambalear.

Y vino el gol local en una arrancada de Camello desde su campo que pilló a Costas y Calvo sobrepasando la raya del mediocampo. Su velocidad fue un puntito superior a la zancada de Calvo que no pudo evitar un mano a mano que el delantero ejecutó a la perfección. Una vaselina de foto que superó a Femenías. 

Tocó retocas y Ziganda introdujo a Luismi para equilibrar una medular sin ideas, y dio entrada a Matheus. El centrocampista mejoró el posicionamiento, dando más aire a Brugman, pero se mostró errático en las entregas. El brasileño fue clave con una acción que supuso el empate. Matheus bajó con el pecho un balón que buscaba a Fernando Romay para dejarlo botar antes de empalmar un bravo disparo que se coló cerca de la escuadra. Golazo inapelable que daba las tablas y oxigeno. 

Con Borja Sánchez en el campo se intentó profundizar a través de su talento, pero la noche tampoco estaba hecha hoy para el 10 azul. El Oviedo terminó sufriendo, no tanto como en Ponferrada, pero precisó de las intervenciones de Femenías, bien colocado, para atajar el peligro.

Oportunidad perdida, puntos que se siguen escapando y marcamos una nueva X en el casillero. 

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