Partido sin demasiadas complicaciones para un Real Oviedo necesitado de ganar, y con autoridad, en casa.
Sorprendía Iñigo Vélez con una alineación en la que descartaba tanto a Orozco como a Guruzeta, dejando al movil Unzueta arriba, escoltado por Álvaro Peña y Larrazábal en una tímida línea de ataque. Y una defensa en la práctica de cinco, con los laterales muy cerca de Arregi, Luengo y el retornado Óscar Gil.
Un esperado, eso sí, bloque medio, aguardaba al Oviedo en campo propio, poniendo en dificultades la movilidad en tres cuartos. La posesión era por completo del equipo de Ziganda, que buscaba a Borja Sánchez y Viti. El de Laviana dio un punto más de intensidad, y su banda fue la más incisiva.
Con el Amorebieta entregado a la defensa, parecía que era cuestión de tiempo que las ocasiones fuesen llegando, ante una defensa nerviosa a la que el guardameta Marino tampoco ofrecía seguridad.
Un balón suelto dentro del área fue repelido por el portero vasco y quedó en posición franca para un remate de Obeng que no supo convertir en gol.
Balones en largo insulsos eran las única propuestas del Amorebieta, que no agarraba una jugada trenzada. Y el gol llegó en un disparo de Viti, que recogió una volea que evitó la estirada de Marino. El 1-0 no modificó el planteamiento visitante, que jugaba guardando la ropa, viendo que el tiempo podía estirarse. Viti siguió poniendo las cosas complicadas a Ozkoidi, que a duras penas veía pasar al lado al 7 azul.
Al igual que el primer gol, el segundo tanto tuvo su origen en un balón parado. Una falta botada con delicadeza por Brugman que fue tocada en el segundo palo por Bastón para encontrar la cabeza de Borja Sánchez. Gol del 10 y tranquilidad, quizá demasiada.
El Oviedo trató de macerar la posesión, ante la inerte oposición. Tampoco el resultado mediada la primera parte frunció el ceño de Vélez, que apostó por hacer bueno algún error defensivo. No sucedió, y tras el descanso se vio obligado a retocar su esquema. Dejó a Peña con libertad, y le costó unos minutos al Oviedo ajustar ante el hueco que abrió entre líneas. Larrazábal pasó a ser carrilero y dispuso de sus mejores minutos, con sendas internadas con centro raso al área pequeña que no vieron remate.
Con Guruzeta y Orozco en el verde el Oviedo pasó medio susto resuelto sin mayores aspavientos. Juego en largo que esta vez sí podía encontrar referencias en ataque. No obstante Femenías no sufrió acoso y el conjunto azul recuperó posesión con la inclusión de Pombo y Luismi. El zaragozano tuvo sus opciones pero decidió repartir caramelos en lugar de comérselos.
El público sin taquicardia vio cómo el partido se iba a dormir. Victoria sin brillo pero eficiente, crucial para el envite previo al patón navideño. Puntos sin sabor que más tarde pueden ser deliciosos.