ENTREVISTA – RAMÓN HICKS

Ramón Hicks fue un delantero de los que gustaba ver, aquellos que recompensaban el pago de una entrada. Intenso, hábil, encariñado con una grada que agradecía su camiseta embarrada al término de cada partido. Vivió en Oviedo feliz. “Me sentí cómodo, lo pasé bien y fue una época maravillosa”. En cada frase se desprende el amor que siente por esta tierra. 

PREGUNTA: Lo primero es preguntarte por tu estado de salud porque has estado afectado por el COVID-19. ¿Cómo te encuentras?

RESPUESTA: Estoy muy bien, gracias a Dios muy bien. Pero fue muy complicado. Fue mucho tiempo, casi 45 días entubado. Me tocó lo peor. El haber practicado fútbol y deportes me ha salvado la vida. Y el apoyo de mucha gente ¿no sabes la cantidad de gente que me llamó? No sólo de Oviedo, de casi toda Asturias. Soy muy querido. También de Elche, Sabadell. El fútbol me dio una mano grande en esta ocasión. 

P: ¿Con la recuperación mirando el futuro con nuevos proyectos o descansando?

R: Ayer volvimos a la televisión, a canal América. Mañana juega Paraguay contra Argentina. Se vende este combo de partidos como se juegan ahora las eliminatorias para el Mundial. Retorné al canal y a la academia de Ramón Hicks que tenemos aquí. Estamos bien, mira que jugué yo un partidillo con los veteranos. 

P: ¿Cómo estás de forma?

R: (risas) Ya no soy muy marrullero ni fastidioso para los defensas como en aquella época. Pero todavía levanto el codo y no me gusta perder. Cuando digo esto me acuerdo mucho de Sañudo, de Gorriarán, porque la gente los veía sólo en los partidos de fútbol, pero yo los tenía que aguantar también en los entrenamientos. 

P: ¿Has perdido el pegamento que tenías en las botas para llevar la pelota al pie?

R: Es una cualidad que no es mía solamente. Aquellos que teníamos el dribbling ese con el balón no lo perdemos. La calidad nunca se pierde, sí la velocidad. Pero gracias a Dios estoy bien. Estoy para jugar con los tres mosqueteros por ahí si los ves.

P: Hablemos de tu época de jugar en el Oviedo. Si te pregunto por aquellos momentos ¿cuál es la primera imagen que te viene a la cabeza?

R: La primera imagen que tuve fue una muy diferente de la que pensaba. Ya sabía sobre la afición del Oviedo. Vine de jugar la Copa América con Paraguay y no dudé porque ahí iban a jugar Sañudo y Carlos. Y estaba Vicente Miera, que es un referente muy importante conocido en todo el mundo. Era conocido como Aragonés. Uno de los grandes. 

Debía tener una revancha en el fútbol español. En el Sabadell ya en la parte final me quería ir a Libertad. Cierto que por la buena temporada que hice me quiere contratar el Real Oviedo. Hablé con (José Manuel) Bango y el propio Vicente Miera, que quería formar una columna vertebral. Cuando jugaba en Sabadell lo hacía como llanero solitario, con Xabi Alonso, que salió de ese equipo que fue campeón de la Real Sociedad. Muchos habían jugado en el Barcelona y estaban llegando a su edad máxima y jugaban conmigo en el Sabadell. 

Recuerdo que tuve follón grande con Sañudo en el Sardinero, y otro con Carlos en el Murcia. Un día estábamos Carlos y yo en La Gruta y juramos que algún día nos íbamos a encontrar otra vez. Fui su lazarillo todo el tiempo que jugué en el Real Oviedo, y encantado porque lo entendía a la perfección.

P: ¿Cómo era jugar con Carlos?

R: Nosotros hablábamos mucho. La gente cree que era sólo saber jugar, pero hablábamos. Cuando yo doblaba por fuera pegado al banderín, al córner, él tenía que hacer el amague del primer palo al segundo, y viceversa. Cuando yo desbordaba por dentro y me escapaba de mi marcador cerca del área grande, él tenía que adelantarse y esperar en el segundo palo. Había jugadas preestablecidas cuando él salía un poquito y yo me quedaba. Con Juliá también. A Keith Thompson le dábamos la pelota porque era un velocista. Sabíamos muy bien contra quién jugábamos porque el míster (Vicente Miera) era un planificador. Y motivaba bastante. Un buen señor que generaba respeto.Y así nos fue. Fíjate que luego hicimos un campañón sin Carlos, que fue al Atlético de Madrid y después regresó. Hicimos un buen campeonato sin él, sin el hombre gol. Pero no sólo se jugaba bien con él. Había mucho más. De repente tú corrías la banda, se hacía una cobertura y Berto te pasaba por detrás y te tiraba como un puntero derecho. Un volante te llegaba por izquierda o por derecha, al igual que Elcacho. 

Había mucha mística ahí, era un club de amigos. No ganaba mucho dinero. Yo peleaba mucho con Bango, un señor como la copa de un pino, porque me pagaba muy poco. Pero todo compensaba porque yo me sentía bien con la familia, con los amigos. Terminaba el entrenamiento y nos juntábamos. Terminaba el partido y al otro día comíamos. Había un bar pequeñito, que no recuerdo su nombre, donde íbamos todos con nuestras familias. Siempre estábamos juntos. Y nos decíamos las cosas, por supuesto. Por ahí empieza, el formar un grupo, una piña, que es muy importante. 

P: ¿Crees que eso ahora se pierde?

R: Con lo que se pierde ahora mucho es con el VAR y el Fair-Play. El fútbol también es de contacto, de viveza, que de eso sí que teníamos mucho nosotros. Tomás era un cerebro, y Gorriarán estaba a la altura de Arteche o Goicoechea. Carlos era muy vivo porque se quedaba atrás y me dejaba a mi casi en punta por izquierda o por derecha, con los defensas atrás que te podían pegar con balón (risas). Había que aguantarla. Me gustaba más ese fútbol viril en el que puedes sacar provecho no sólo de tu talento sino de tu fortaleza. Hoy día veo muy poco de eso, de verdad que sí. 

P: Charlando precisamente con Tomás me decía que echaba de menos alguien como Onésimo, alguien diferente capaz de romper el partido con su habilidad, o un Hicks. Ahora los futbolistas son muy parecidos.

R: Totalmente. Antes te venía el balón y tenías al volante que te seguía detrás y el marcador, y entonces tú ibas de forma vertical o zigzagueando. Falta un abrelatas, falta mucho talento. Más ese “mano a mano” y no volver más el balón hacia atrás. Todos los equipos jugaban antes ese sistema, te esperaban atrás cuando venían al Tartiere, al que tenían mucho respeto. Estoy de acuerdo con Tomás, que tenía esa precisión de ponerte la pelota allí enfrente cuando tú empezabas a correr y te dejaba ya un mano a mano con el central o el lateral. Y el Tartiere era mortal, con los mineros grítando ahí atrás, todos mis amigos de la Cuenca, de Morcín (risas). Yo tenía muchos amigos y Carlos me decía que tenía comprada a toda la hinchada del fondo. Me encantaba Asturias y la recorría. La conozco más que nadie, todos los concejos. 

Antes se jugaba a muerte, te apedreaban los autocares como en Burgos. En Mallorca recuerdo que agredieron al míster, y le rompieron la boca a Luis Miguel. Hacíamos entrenamiento fuerte los jueves o los viernes, partido con los suplentes, y aquello era peor que el partido del domingo porque todo el mundo quería jugar y aparecer. Cuando alguien tenia el balón se mostraba, te marcaba el pase. Y lo que contaba antes, nos decíamos las cosas a la cara. Nos fuimos puliendo y cada uno es muy amigo del otro. Hay una gran interrelación en ese equipo que subió. Es más, casi todo el mundo fue a vivir a Oviedo. Yo también quiero ir pero tengo hijos, nietos…tendría que llevar un avión solo para mi. 

P: Han recuperando para el club a antiguos jugadores como Rivas, Paco o el propio Rubén Reyes. ¿Te gustaría sumarte al proyecto de algún modo?

R: Tengo una academia y me recibí como entrenador en el 95. Y modestia aparte, hemos ganado diez campeonatos. Pero también me atraía mucho el periodismo deportivo y tengo un programa desde hace diez años entrevistando a las leyendas del fútbol. Pero el Oviedo está siempre en mi corazón y la gente lo sabe. Siempre que veo un mensaje en las redes sociales con una camiseta ya me pongo a contestar. Lo extraño mucho, y también extraño que el club nunca me mandó unos pasajes para dar un puntapié inicial. Uno quiere figurar para mostrarle a sus hijos, a su esposa…y no fue así. Pero el club no tiene la culpa, son los hombres. 

P: Realmente es un asunto que ha venido persiguiendo al Oviedo los últimos años, eso que muchos quieren ver como una desconexión del club con la gente que está en la grada. 

R: No quiero echar leña al fuego, pero tenemos que recuperar el que el Oviedo sea de Oviedo. Ya vimos que con mucho dinero tampoco fue la solución. Estoy eternamente agradecido a la gente que pudo salvó al club, a los socios que lo salvaron. Era una catástrofe y sin embargo creo que ya estamos en otra etapa. Agradecimos bastante y ya estamos todos contentos. ¿Tú sabes que yo fui hasta México con la gente de Banesto, con la gente de Carlos Slim para hablar de la situación del Oviedo? Me fui al Centro Asturiano, que es el más grande de América y allí nació un poco la idea del apoyo hacia el Real Oviedo. Carlos Slim viene también a Paraguay a dar charlas y nunca pude congeniar con él para decirle que ponga todas las castañas en el fuego, que nos ponga en el sitio donde estábamos. Nosotros tenemos que estar en Primera. Esa afición, ese club, ese estadio (que nos sacaron de nuestro fortín donde se sufría, el viejo Tartiere). Merecemos estar en Primera y estar en estancias internacionales. No quiero menospreciar ni al Villarreal, ni a estos equipos. 

Sigo las crónicas. Me mandan y veo los goles, entro aquí y allá. El Oviedo siempre ha sido perjudicado en la liga. No tenemos un representante fuerte, porque en el fútbol es bueno tener una piña y un grupo, pero tenemos que ser fuertes en la representación. He visto arbitrajes horribles, estando ahí cerca del ascenso. Y lo peor de todo es que nos acostumbramos porque no podemos hacer nada. Me gustaría estar ahí para decir dos palabras. 

P: Fueron pocos años, muy intensos eso sí. ¿Por qué te fuiste tan pronto?

R: Bueno, voy a contar algo que nunca conté. Cuando llegó Irureta jugamos unos partidos y la gente gritaba “Chapacú, Chapacú”. La verdad es que era un símbolo de guerra para todo el equipo, para toda la parte de Chiribí y demás. Me llamó un día y me tomó mal él o le tomé mal yo. Veníamos de un partido contra el Logroñés donde estaban un ídolo de América como Ruggeri, con Islas y Alzamendi. Marqué el gol y me dijo que “a mi me no me gustan los ídolos. Eso del grito no me gusta”. Además dijo algo que me dolió muchísimo. Le he perdonado ya hace tiempo porque yo también le dije mis cosas. Iba a traer a un delantero, Sarriugarte “y vas a tener que pelear el puesto”. Le contesté que siempre pelee el puesto con Miera. Era muy profesional y llevé a un Mundial, el de México, a mi país después de 35 años. Nadie me regaló nada. Pero me dolió y ya veníamos del desencuentro. Carlos me dijo “tú huye, mira y calla” en un vuelo que veníamos. Prieto me había prometido tres años de contrato también una vez en La Gruta. En ese momento me di cuenta de que no había la misma relación que yo tenía con Vicente Miera. Lo respeto como profesional desde aquí a Asturias, con el corazón, pero en honor a la verdad siempre digo la verdad, así fue. Había hecho los méritos en época de vacas flacas. No tendría que haber dicho nada, pero tengo mi carácter de decir las cosas como son. Ya pasó el tiempo, si le encuentro le daría un abrazo. 

Y del mister Vicente Miera extraño todo porque fui muy huérfano muy temprano y fue como un padre para mi. 

Era la época en la que no había Fair-play, te gritaba San Mamés, el Bernabéu “indio, indio, sudaca” y no había suspensión ni nada, teníamos que aguantarla. 

Estoy orgulloso de mi Oviedín, es donde mejor me sentí. La gente me dice que jugué en Independiente en Argentina, en el Nacional de Montevideo. De los clásicos estoy hablando. Un Mundial. Yo contesto que no saben lo que es el Oviedo, la afición del Oviedo. Bueno, la afición asturiana, porque los del Sporting también. Hay que ver más allá de que sean nuestros adversarios ocasionales, de jugar a muerte los derbis, vencer o morir. Tiene que ser así, pero fuera de la cancha tenemos que estar todos juntos. 

P: Te vas y el Oviedo llega a la UEFA. No sé si sientes rabia por haber ascendido al equipo, de estar en las malas, y no poder disfrutar de ese momento. ¿Piensas que tenias sitio en ese equipo?

R: Sí, a veces la juventud y el ego te hace cometer estos errores. La UEFA me dolió mucho. Pero llegó el momento y lo viví como un “a ver que pasa”. Ya había jugado Copa Libertadores y sé lo que se siente. Apenas llegué al Elche no quería ni jugar, extrañaba todo de Oviedo. Te lo digo de corazón, extrañaba Morcín, donde iba mucho y tengo mis amigos, a mi ahijado Pablo Texón. Hasta compuse una canción de Asturias y todo. 

P: Hablabas del Sporting. Tenemos ahí el derbi. Tuviste el honor de darle al Oviedo una victoria en un derbi. Han cambiado mucho las cosas, pero algo siempre queda ¿qué sensaciones se experimenta al jugar un partido como éste?

R: Siempre te van a decir que un derbi es un derbi, pero por lo menos lo que yo sentía es que podías perder cualquier partido, incluso descender, pero no puedes perder contra el Sporting de Gijón. Hay rivalidad quince días antes, con esa gente noble de la grada, gente del norte en ambos bandos. Mira, yo sufrí mucho en Sabadell, y mucho sudamericano también en esa época porque no había esa apertura. Me gané a la hinchada del Oviedo con goles y con mis huevos bien puestos, porque costaba muchísimo. Yo a los jugadores del Oviedo les pido que jueguen pero que sientan la camiseta. Aunque perdamos tenemos que dejar la última gota de sudor ahí. Gente como Viti, Luis Manuel, de la cantera, iban subiendo y sentían la camiseta. Eso se transmite. No traigan incorporaciones, sino refuerzos. En mi época solo podíamos ser tres extranjeros, no había posibilidad de coger todo comunitarios. Venía Francescoli, Maradona, todos campeones o mundialistas. Esos eran refuerzos de nivel, no meras incorporaciones. 

P: Hay quien asemeja este Oviedo con el tuyo, con lo que cuentas de los canteranos pujantes y los refuerzos para subir el nivel. ¿Lo ves así?

R: Por supuesto. ¿Por qué no imitar lo que salió bien? Traer un buen central, un buen volante y hacer un esqueleto de eso. No hay mucha diferencia en el fútbol, y si no tienes el dinero del Madrid o Barça hay que hacerlo así. He visto que otros equipos, con un patrón de juego y una actitud que tiene que ser parte de la camiseta, ganan partidos. Con la actitud sola no basta, pero te ayuda. Nosotros pegábamos cuando no teníamos el balón y luchábamos hasta recuperarlo. Hay gente ahora que sale para la foto. Nosotros salíamos empapados en sudor y barro. El fútbol ha evolucionado muchísimo 

P: Con este fútbol moderno, tan controlado ¿cuánto le costaría a Chapacú jugar con regularidad? Porque vemos jugadores muy hábiles que se quedan sin sitio porque se prefiere otro perfil más físico en su lugar. 

R: Yo aparte de la habilidad tenía, y tengo, velocidad. Cuando jugaba en Sabadell era llanero solitario, y tenia que correr cada vez 50 metros y mantuvimos la categoría. En el Oviedo era más velocidad y toque de precisión que hacer de abrelatas nada más. Lo mío era desbordar en velocidad y ya tenías a Carlos, que hoy también se daría un festín de goles. El fútbol te obligaba no solo a driblar, porque tenías que irte rápido porque el defensa ya te estaba soplando la espalda. No había fair-play y te podían pegar con balón. La ventaja de hoy es que se ganan millones, nosotros ganábamos muy poco.

P: Y te encuentras con resúmenes de partidos en los que no hay ni un solo disparo a puerta.

R: A mi me encanta que se trate bien el balón. En los 70, 80 ó 90 si bien la preparación no era tan científica, había gente habilidosa. Veo que no están trabajando la parte del talento. El fútbol va a seguir siendo talento. Después le puedes agregar lo que quieras, remate, cabeceo, pero es ahora es más lento. Se juega con la cabeza y se instrumentaliza con el pie. El balón tiene que ir pegado al cuerpo, tiene que ser parte del jugador. Ahora pueden jugar bien un año y retirarse. Antes tenías que jugar un Mundial, como mi caso, para salir un poco de la pobreza. También la afición te empujaba. No sé si era el viejo Tartiere. Se te ponían en la valla, ibas a sacar un córner, sentías la pasión y te contagiabas. Mira cómo venía el Barcelona o el Madrid y éramos todos iguales. En realidad no éramos iguales, pero nuestra actitud, vestuario, plantel, hacía que le plantásemos cara con vergüenza deportiva. Hoy en día cuidan la piernita, la cabeza, se tiran aquí y allá. No es el fútbol que yo amo. 

P: No sé si en ese fútbol que tú amas se incluye esta idea de jugar sin delantero real, con lo que se conoce como “falso 9”, algo que despoja esa posición de su verdadera esencia. 

R: Puedes tener o no un 9, pero funciona si se llega con cuatro o cinco y se defiende cuando se tiene la pelota como Brasil o Italia. Italia te espera, pero crea el espacio para esa gente talentosa que puede driblar a uno y está ahí. Juega el Liverpool así también, pero juega siempre uno por fuera y otro está en el área porque llega. No vive en el área porque todo el mundo sube y baja. A mi lo que me molesta es que tengamos a toda la defensa en nuestro campo y dos arriba esperando. Esa actitud no me gusta, lo que hay que salir es a pelear. Si hay pelotazos hacia arriba debes tener a un Zubeldia o un Viti, que te garantizan salir jugando con los pies, estar atento, con gente rápida. 

No vale comprar a cualquier delantero, tú vas a armando con sociedades. A ti Carlos te va a meter muchos goles, pero si tiene un abrelatas por la izquierda o la derecha que le va a alimentar, te va a hacer veinticinco o treinta goles por temporada. No es comprar por comprar, debes tener una planificación. Eso le falta al Oviedo, alguien que venga a planificar y conozca la idiosincrasia del club, que cada uno tiene la suya. El oviedismo es diferente. Ahí por ejemplo te va a silbar el público cuando la cosa no va bien, y eso no tiene que mermar. El futbolista debe tener personalidad. No vale ser bueno solamente, hay que tener jerarquía de aguantar los buenos y malos momentos. La gente se piensa que es fácil jugar en el Oviedo. Realmente tienes más presión que jugar en el Real Madrid. Mucha más presión, porque tú entras en los bares y todo el mundo habla de fútbol, la Pixarra que te pegaba con el paraguas…tienes que dar explicaciones a todo el mundo. Se vive intensamente. Es como en mi barrio aquí en la Chacarita, un barrio pobre. Cuando pierdes nadie quiere salir a la calle. Eso te obliga a ser mejor y si quieres ser un ganador se sufre, se disfruta, pero se es leal con el equipo.

P: Y sobre el equipo actual. Parece que en este caso lo que demandas se va cumpliendo, al menos sobre el papel. Rubén Reyes ha fichado bien, ¿crees que lo suficiente como para poner el equipo en aspiraciones superiores?

R: Te voy a ser sincero. Si allí está Carlos, Rivas, o Reyes también porque es de los nuestros, va bien. Y sobre Ziganda. A mi me gusta todo aquel que se adapte, pero que muestre cosas diferentes. Que tenga jugadas preestablecidas, que sepa dónde vamos a morder. Tú cuando ves un buen entrenador y buenos jugadores es cuando hay cosas diferentes. Nosotros subimos en una época muy difícil, con un presupuesto bajísimo, pero lo hicimos porque teníamos dos grandes entrenadores. Los tuve a los dos, a Miera y a Irureta. Planificaban y motivaban. Miera estaba atento a los problemas y mantenía al grupo unido. No había injusticias porque no jugaba éste porque lo había traído o aquél. El que estaba mejor y hacía las cosas que estaban en el libreto jugaba. Yo tuve problemas con Miera. Marcaba uno o dos goles, salía agrandado como siempre cuando hacía buenos partidos y le miraba porque era de hacerle muchas bromas. Me decía “Fantasía sudamericana a mi no me convences. Entró toda Sudamérica en el área y ahí sigues tú driblando y haciendo tu jueguito”. Cuando fallaba un gol bajo el arco me decía “no pasa nada chaval, tranquilo”. Tenía esa psicología. Jugué un Mundial, y luego veo fotos, entrevistas con Luis Manuel, Elcacho, toda esa gente, y los siento como hermanos. Hubo una empatía tremenda. 

P: Muchas gracias por todo este tiempo, Ramón.

R: Una cosa. Ayer empezamos con la academia y vamos a formar jugadores y quiero llevarlos al Oviedo. Voy a buscar un Chapacú por aquí, que creo que por fin están empezando a salir después de tantos años. Nunca me atreví a ofrecer un jugador por amor al club, pero está saliendo gente ahora con buena base aquí en la academia. Esta gente Raúl Amarilla, el Gato Fernández, todos los que pasamos por allí. 

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