Dubovsky en el recuerdo

Hace veintiocho años un joven Peter Dubovsky desplegaba su talento en los campos de Bratislava, donde se estaba puliendo una pieza clave del Oviedo de mediados de los 90. Pero antes de vestir la zamarra carbayona pasó por el Real Madrid, donde se le presentaba como el delantero del futuro. No sucedió. La ansiedad del Bernabéu por ver a sus perlas lucir, unida a su falta de adaptación fueron determinantes para que, a pesar de un puñado de buenos partidos, se pactase su salida del club. Josep María Minguella, su descubridor en Eslovaquia, asume que “le asustó la grandeza del Madrid. Era un jugador cerrado, poco hablador y discreto como había muchos en aquella época en el Este, que habían crecido en unos regímenes en los que podían hablar poco y donde estaba todo muy controlado. Encontrarse en el Real Madrid, con aquel ambiente…”. Ahí es donde emerge el motivo de su fracaso en el club blanco. Minguella reconoce que “le faltó adaptarse porque tenía muy buenas condiciones técnicas, pero era un jugador de carácter frío”. Uno de sus ex compañeros en el Real Oviedo, Iván Ania, cree que al Madrid llegó muy joven “viniendo de un país y una cultura distinta a la de España. Quizá si hubiese llegado más tarde, con más experiencia, hubiese sido un jugador para ser estrella en el Madrid. Tenía todo lo que requiere un jugador del Madrid: talento, calidad…lo tenía todo”. 

Dubovsky tenía 17 años cuando debutó en el Slovan de Bratislava. Según el periodista Tomáš Kolár “los aficionados se enamoraron de él por su técnica brillante, madurez y su habilidad para marcar goles decisivos desde el principio”. Lideró al Slovan en la consecución de la liga checoslovaca en 1992 “tras diecisiete años de dominio de los equipos checos”. Como recuerda Kolár  “fue parte esencial en el título con 27 goles siendo el máximo goleador de la liga”. Y Minguella, que en aquella época buscaba talento en unos países del Este que vivían su apertura política y social en el entorno europeo, apuntó su nombre en la libreta. Por esas tierras encontró a Stoichkov, Hagi, Popescu o Kostadinov “y con mi amigo Ondrus, que fue capitán de la selección eslovaca que ganó con Chequia la única Copa de Europa que tienen, visité Bratislava y fui a ver varios partidos. Destacaban algunos jugadores y el que más me llamó la atención por lo joven que era, mediapunta, desenvuelto, con buen físico, era él. Hablé con Ramón Martínez, entonces responsable de captación de jóvenes jugadores en el Real Madrid. Lo siguieron, les gustó y al final se incorporó al Madrid. Debía tener entonces 21 ó 22 años”. Sin embargo no se hizo con un sitio ya que “era un gran jugador con muchas posibilidades pero que tenía que encontrar su entorno. Por cualidades podía jugar en el Madrid o en cualquier otro grande, pero por su manera de ser tuvo que apartarse. Esto le pasó a muchos jugadores que venían de países del Este. Ahora están mucho más abiertos, pero en aquella época los televisores eran en blanco y negro y sólo veían películas rusas. Esto no es una broma, es una realidad”. Para Kolár hablamos de “un futbolista bastante atípico, introvertido, que se alejaba de los medios mientras estaba en el punto de mira”. 

Desde Madrid viajó a Asturias, donde encajó perfectamente y pudo desplegar su mejor fútbol. En Oviedo se asentó deportivamente. César Martín, actual responsable de Relaciones Institucionales del Real Oviedo y compañero entonces de Dubovsky nos cuenta que “había venido con un nivel mediático muy importante, pero era muy humilde y trabajador, con una sonrisa, y siempre tenía una broma para cualquier compañero. Una persona muy querida dentro del vestuario”. En lo deportivo César destaca que “era muy polivalente, podía jugar en todas las partes del campo que quisiera. En Oviedo quizá retrasó un poco la posición para asumir más el rol de juego ofensivo, más que un hombre punta. Cuando tenía que adelantar la posición en el campo cumplía perfectamente. Aquí jugaba en el medio del campo, un hombre de enlace con la gente de arriba y en cualquiera de las dos bandas porque manejaba las dos piernas. Tenía muy buena conducción y salida del balón, se iba muy fácil del contrario. Era un jugador muy completo, con una gran calidad técnica y con muchos recursos técnicos que le hacían un jugador diferente”. Está claro que se convirtió en un guía para sus compañeros. Según el francés Frédéric Danjou “si él estaba bien, el equipo estaba bien. Peter era un jugador muy fuerte técnicamente, muy elegante, decisivo ofensivamente. No era un líder de palabra, no era muy expresivo antes y durante los partidos, pero era un líder técnico: confiábamos en él para dar ritmo al partido”. Otro de los aspectos más discutidos sobre Dubovsky es el de su liderazgo. Xabier Eskurza, que terminó sus días como futbolista profesional en Oviedo, cree que “podría haber sido más que líder. Era un jugador al que no le gustaba destacar tanto. Tenía mucha calidad y mucha presencia en el campo por su calidad, pero luego en el vestuario era una persona más normal, de relacionarse con todo el mundo, y en ese sentido no tenía ese rol de líder”. Incide Eskurza en que “seguramente estaba a un nivel superior al resto en el Oviedo. Era un jugador para haber hecho entorno a él un proyecto importante, un jugador para estar en un club presente en Europa o en posiciones más altas en la tabla”. Coincide el ex jugador vasco con Iván Ania, que también considera que “como futbolista en el Oviedo era muy superior, era el mejor jugador que teníamos”.  Roberto Losada, ahora en Hong-Kong, le califica como “un jugador increíble, sobresaliente. Podía poner en pie todo un estadio con sus acciones, driblar, disparar, controlar… era un líder para nosotros en el Real Oviedo y no olvidaremos nunca todo lo que nos dio”.

Los aficionados tampoco le olvidan. Álvaro Fernández, de la Peña Azul Albéniz, nos cuenta que “es de lo mejor que vi en los últimos años, y llevo 50 años como socio del Oviedo. Destaco su técnica y el disparo a puerta, pero era un jugador un poco intermitente. Por la tragedia que pasó siempre va a ser recordado en el oviedismo. Tengo una camiseta de él que me dieron al término de un partido”.  

Y en la memoria también aparece aquella promoción contra Las Palmas, tras la que el Oviedo permaneció en Primera. Matías García, que hace un trabajo importante con los accionistas en el extranjero al frente de ROST, sostiene que “fue él quien levantó la eliminatoria de promoción. Levantaba pasiones en todos los sentidos. También por apatía se le llegó a pitar. Y cuando quería jugar al fútbol era una pasada. No veíamos jugadores con tanta calidad. Tengo recuerdos más buenos que malos”. Matías une dos realidades, la calidad que llevó a echarse el equipo a la espalda y su intermitencia. Tuvo roces por este último motivo con parte de la grada. Antonio Bernardo, de la peña Symmachiarii, califica la relación con Dubovsky como “tormentosa” a raíz de que en un partido contra el Valladolid se dio la vuelta y contestó a los pitos y cánticos que venían de la grada con “una peineta”. El equipo se descalabró el año de Óscar Washington Tabárez como entrenador (1997-1998) tras una primera vuelta extraordinaria, y los aplausos antes de Navidad se convirtieron en murmullo y silbidos. Y en medio Dubovsky. Según Bernardo “estas cosas con el tiempo se olvidan, pero me acuerdo perfectamente de que se silbaba a Peter Dubovsky”. Valora “que en los partidos importantes se echó al equipo encima. Todos los entrenadores le empezaban poniendo y durante el año, ya fuera por lesiones o por bajo rendimiento, dejaban de ponerle en la alineación titular. En cinco temporadas metió 17 goles jugando como segundo punta, para mí insuficiente. El rendimiento para el nivel que tenía debiera haber sido mucho mayor”. Sobre estas polémicas le preguntamos a sus ex compañeros. Iván Ania entiende que “hay mucha leyenda en eso. Compartí muchas cosas con él. Al final te ponen una etiqueta que luego es difícil cambiarla. Igual que salía él lo hacía yo o cualquier otro jugador. Entorno a todas esas historias que se contaban y los cánticos que podía haber en el campo hay mucha leyenda”. Paco Sanz llegó del Madrid con Dubovsky en la temporada 1995-1996, y afirma que “siempre que se dicen cosas así suelen llevar algo de razón y en este caso también se acierta. Tenía una personalidad especial. Casi siempre que se podía, después de un partido, una semana sin compromisos, le gustaba salir a cenar y tomar algo con compañeros y con los amigos que tenía en Oviedo, que eran bastantes. Si las cosas van bien y aquel año era bueno, esas cosas ayudan a despejarte un poco y hacer piña con el equipo”.

En el plano personal dejó huella. “El Chino” Losada estaba muy unido a él “y lo único que puedo decir es que, si era un jugador incomparable, como persona era aún más grande, una persona tranquila, con el mejor corazón y un compañero de equipo fantástico. Todos le quisieron, y su alma estará siempre con nosotros”. Para Ania e Xabier Eskurza cree que “es un jugador que habría que recordar y tenerle en un sitio muy destacado porque fue un jugador importante. Fue una pérdida en lo personal que me afectó bastante”. 

Paco Sanz fue un gran apoyo para Dubovsky tambíén se emociona al recordarle, ya que “vivió en mi casa cinco meses y era como mi hermano. Era muy cariñoso aunque costaba entrarle, desconfiado por naturaleza. Hacíamos muchos planes para el futuro, viajes, esquiar…fue un palo muy duro su pérdida, se fue una persona muy querida para mí”.

Su recuerdo llena de nostalgia a Iván Ania: “Imagínate que cualquier equipo pierde a su estrella. Deportivamente sales muy perjudicado y humanamente al principio en la pretemporada era imposible no pensar en él todos los días. Eran muchos años seguidos entrando en el vestuario viéndole. Entrar al vestuario, mirar a su percha y que no estuviera se hacía muy difícil. Luego con el paso del tiempo lo vas asimilando. Está en el recuerdo de todos los oviedistas, no sólo de los que fuimos compañeros, de toda la afición. Recuerdo ver siempre una camiseta suya en uno de los fondos del estadio colgada en una valla. Era una persona con personalidad fuerte y no tenía miedo a decir lo que pensaba. Como amigo lo valoraba, si te tenia que decir algo lo hacía. Bueno y malo. Tanto como persona como jugador era distinto, iba de frente y no se escondía nunca, ni en el campo ni fuera en lo personal”.

La estancia de Peter Dubovsky en el Real Oviedo es recordada en el momento actual dentro de una mezcla que incluye la nostalgia, los fogonazos de fútbol de valor superior y las leyendas urbanas. Se trata de un jugador que se asienta por méritos propios en la Historia del club azul. Un jugador especial con una gran personalidad. Tomáš Schügerl, responsable de Prensa del Slovan de Bratislava, nos dibuja una “personalidad amable, modesta” y describe un hecho que sucedió precisamente cuando el equipo logró su ansiado título de liga: “Cogió el trofeo. Había 40 mil aficionados en el campo pero se dirigió hacia Emil Pažický, un antiguo delantero del Slovan. Pažický estaba en una silla de ruedas. Dubovsky se giró y le entregó el trofeo”. El propio Slovan de Bratislava editó un libro sobre su figura el año pasado con un gran éxito en el mercado eslovaco. Todos los años se celebra en un Memorial en el que se realizan actos de homenaje para el que fuera una de sus estrellas “Peter vive en nuestros corazones y regularmente le recordamos”. 

Preguntado César Martín sobre la figura de Dubovsky en el club y la posibilidad de que cuente en el futuro con un espacio propio en el Carlos Tartiere, afirma que “el club siempre tiene a sus leyendas en el recuerdo y sí es cierto que el campo tiene espacios reservados para jugadores, que han ido surgiendo por iniciativas de la afición años atrás. Procuramos que la memoria de los grandes jugadores se mantenga viva y tanto en el museo como en partes del club él siempre tendrá un lugar especial”. 

(Reportaje publicado en la revista «Grada Norte» en diciembre de 2017, firmado por Carlos Sierra)