Lo que el viento permitió

Viento y calor. Son dos elementos que pueden ser acompañantes en un partido de fútbol pero que en pocas ocasiones son tan determinantes como esta tarde en Ibiza. Las reducidas dimensiones del remozado Can Misses daban completa libertad al viento para soplar a su gusto. En la primera mitad los locales jugaron con el viento a favor, y supieron trabajar a merced de la corriente. 

Bien es cierto que durante los primeros 25 minutos los carbayones ejercieron de equipo grande, ampliando el terreno de juego con un dominio evidente. La posesión era de la Sacavera, pero no se tradujo en remates. Apenas un par de incursiones de Viti, una de ellas en ventaja clara, no pudieron ser aprovechadas finalmente tras una finalización imprecisa del lavianés. 

Ziganda sabía a qué quería jugar y los suyos también. Pero el guión del partido sufrió una modificación fruto de una errata que se convirtió en tachón para más tarde hacerse papel inutilizable. Los ibicencos le echaron arrestos y comenzaron a hacer pequeño a Luismi, que se esforzaba para taponar los arranques por su parcela. Para ese momento Javi Lara, veterano con unos cuantos conflictos bélicos a sus espaldas, dio muestras de su clase, sorteando el caprichoso flujo del aire para ofrecer salidas de calidad al ataque celeste. El Oviedo no supo neutralizar a Lara, y el peligro de uy terminó en un paradón de Femenías a un cabezazo de Goldar. Preludio de nada bueno. Enseguida una jugada de estrategia, punto fuerte de los de Carcedo, terminó con un balón colgado que recogió precisamente Javi Lara en el segundo palo, que con sonora facilidad remató desde la esquina del área batiendo al guardameta ovetense en su palo. La colocación de Lucas posiblemente no permitió al balear seguir el balón, pero sin excusas el gol subió al marcador. 

Lejos de recomponerse, los de Ziganda se desconectaron, permitiendo al Ibiza jugar a placer, y casi, poner el 2-0. Lo mejor de ese tramo final fue la pausa de hidratación y el descanso. 

El medio tiempo lejos del calor de playa no ejerció de salvavidas, y el Oviedo no terminó de echar a andar. Balones en semi despeje convertidos en penalidad para Bastón y Obeng, que a duras penas podían recoger los envíos. Borja Sanchez emergió una vez como hilo conductor, pero su banda estaba cerrada. Cornud tampoco pudo estirar demasiado. 

Las soluciones llegaron con los cambios, enemigos tantas veces de Ziganda, pero que en esta ocasión sí ayudaron. El navarro echó mano de los recursos de los que goza esta temporada y Brugman se erigió en protagonista. El uruguayo entró con ganas, bregando y pidiendo el balón. Suyo fue el gol del empate, en un remate de delantero bueno que dobló las manos de un Parreño siempre bien colocado. Gol de casta que previa revisión de VAR subió al marcador. A partir de ahí, y con Ziganda desatado en la orden de cambio, el Oviedo se estiró buscando unas cosquillas que se intuían. Trató de engañar al efecto óptico colocando a Montiel y Jirka a pie cambiado, previendo que comprimiendo la línea de tres cuartos los centrales rivales saltarían, saldrían de su sitio y podrían permitir los disparos. El eslovaco con sus tres pulmones decidió que no le gustaba el empate y buscó, desde ese perfil izquierdo, profundidad. Y el casi inédito Montiel tiró de talento para gambetear hacia el éxito. Al final el minutaje se hizo corto, aunque visto el partido es un resultado justo. 

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