Los seguidores de la cantera del Atlético de Madrid seguro que recuerdan a un imberbe Borja González, que despuntaba por encima de todos los jóvenes talentos colchoneros. Máximo artillero de siempre en las categorías inferiores, parecía que su futuro iba a estar ligado al Manzanares grabado a fuego. Pero el dios que concede y retira la suerte a los futbolistas no se lo quiso poner fácil al prometedor Borja, que ya había superado una lesión siendo un niño. El 15 de mayo de 2010 su sueño rojiblanco se desvaneció sobre el mismo césped que aspiraba a gastar. Su progresión se frenó en seco y para cuando estuvo listo ya fue tarde, el nivel de los que jugaban era superior y la puerta de entrada cambió de cerradura.
El Atleti le sacó fichas de viaje en tren y el chaval, ya conocido como Borja Bastón para todos, se las gastó todas en viajes de ida y vuelta en Éibar, Zaragoza, Murcia, La Coruña, y Huesca. Experiencia increíble pero insuficiente para unas oficinas a punto de mudarse al Metropolitano. Se sacó un pase exterior para probar fortuna en Swansea, que no olvidaba el buen hacer de Michu. No consiguió ser icono como el asturiano y volvió a cobijarse con música en castellano para crecer como futbolista, alejando los fantasmas del quirófano.
Estamos ante un delantero con pedigrí, internacional por España en las categorías inferiores, y que sabe jugar al fútbol, y golear. El caso de Borja es similar al de tantos otros futbolistas mermados en su ficha técnica con un asterisco, que invita a los gestores a revisar el chasis antes de dar el paso. Entendido queda el hecho de que un jugador así necesita sentir cariño, respaldo, y confianza en forma de minutos para desplegar ese talento que corre por la sangre. No es fácil en este fútbol moderno el identificarse con un proyecto, ligarse a unos colores que hoy serán oscuros y mañana claros. Aquí entran múltiples factores, como el de integrarse en una idea apropiada, que crea en las cualidades y que anime a expulsar la habilidad hacia la cancha. Han sido apenas dos partidos, pero las señales indican que Borja ha escogido el camino que lleva a casa. Sólo falta que no encuentre muchas piedras que le hagan perder el rumbo.