Victoria balsámica en Huesca

FOTO: LALIGA

Primera victoria de la temporada para el Real Oviedo, en un choque de altura en El Alcoraz. De inicio Ziganda dio entrada por primera vez en el once a Borja Bastón y a Luismi, conformando un equipo pensado para defender en bloque alto y presionar la salida del balón de Salvador y Pulido, procurando evitar que conectasen correctamente con una medular que suele trabajar rápido. Los primeros quince minutos se vio un Oviedo intenso, moldeando sobre el césped lo articulado durante la semana.

El plan de partido tuvo premio cuando un centro de escuela de Jimmy al segundo palo fue acogido por la cabeza de Bastón, en lo que supuso el 0-1. Un gol de delantero de área que pocas veces se ve por estos lares. El Huesca a pesar de tener la pelota sufría para confeccionar el ataque ante un ordenado Oviedo que buscaba la contra y rebuscar entre los errores, demasiados, en la salida de balón del conjunto de Ambriz. El peligro oscense llegaba con disparos desde fuera del área que apenas inquietaban a Femenías. En el último tramo de la primera parte los de Ziganda sufrieron ante el acelerón azulgrana, que por fin consiguió encontrar las bandas de Ferreiro y Mateu, peligrosos llegando al borde del área.

Curadas las penas en el descanso, un nuevo fallo en la línea defensiva excesivamente adelantada del Huesca estuvo a punto de apuñalar las opciones de los altoaragoneses. Bastón se deshizo del marcaje del errático Salvador para enfilar la portería y batir de un disparo cruzado a Andrés Fernández. Pero las líneas del VAR establecieron fuera de juego. Justito.

A medida que corría el reloj el Huesca hacía suyo el balón, pintado con sus colores hace rato. Los cambios dieron otro aire a los azulgrana, sobre todo Nwakali, que dio una lección de fútbol con tres quiebros y dos balones profundos en cinco minutos. La libreta de Ambriz sabrá el motivo de su estancia en el banquillo. La movilidad del nigeriano, siempre eligiendo bien, no obtuvo respuesta certera y la tostada se la merendó Dani Escriche, el más incisivo de los locales. Ziganda reaccionó y repartió licencias a Mier, Borja Sánchez y Brugman. La salida del uruguayo dio una inyección de energía a una medular desgastada, y Borja la pausa y talento para retener unos segundos un balón huidizo de la Sacavera. Femenías esta vez sí fue decisivo con una parada a bocajarro y con una salida, por fin, providencial bajo palos para alejar el peligro y conceder oxígeno a una defensa que corría el riesgo nuevamente de meterse debajo del larguero.

Y cuando parecía que la lucha estaba en evitar el segundo gol del Huesca apareció Obeng, que con un zapatazo con su zurda tras una buena maniobra consiguió su tercer tanto de la temporada. El bueno de Samu había peleado con los defensas y había reñido con la pelota, que esta noche no fue su amiga hasta el gol. Ziganda le da confianza por encima de todo y de todos, y el bravo delantero está devolviendo los minutos de juego en la élite con goles sanadores. Hoy el Oviedo sí supo jugar el otro fútbol, ese que no cata el aficionado del Tartiere, y descentró al Huesca hasta provocar una absurda expulsión de un nervioso Pulido, que dejó a su equipo con diez y cerró el partido. Aire para el Oviedo que espera al Cartagena en sesión de almuerzo frugal sin postre para revalidar las sensaciones que deja esta victoria.

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