ENTREVISTA – ZÚÑIGA

Kiko Zúñiga (San Sebastián, 1962) salió de la inagotable cantera de la Real Sociedad. Después de gozar de un buen puñado de minutos en una Real con pasaporte a las competiciones europeas llegó al Oviedo, que construía su propio camino hacia la UEFA. Tres temporadas como lateral derecho del equipo carbayón. Cerrada su etapa como jugador se convirtió en un entrenador errante por los lugares más diversos.

PREGUNTA: Has publicado un libro en el que te declaras nómada y vagabundo del fútbol. ¿Sigues siendo nómada? ¿Has encontrado un camino?

RESPUESTA: Nómada total. Nómada total y absoluto. He sido un obseso de mi puñetero fútbol. Toda la vida me he dedicado a ello. Los doce años anteriores a estos dos últimos los he pasado muy lejos. He estado entrenando en China, en diferentes ciudades de China. En Hong Kong, Mongolia, Estados Unidos, Cuba…¡cágate! y en Uzbekistán. Los países más raros que te puedes encontrar para el fútbol. Y una vez que he acabado con ese periplo, pues me vine a España y todos los contactos que tenía los perdí. Los perdí. Claro, te encuentras con casi 62 años, con tu carrera que la has hecho muy lejos, y te preguntas a quién recurres ahora para que te abran la puerta. Complicado, complicado. Es la vida misma.

P: ¿Y el Oviedo no te da la oportunidad de integrarte de alguna forma? ¿Has hablado con ellos?

R: Pues en el Oviedo imagino que antes que yo habrá 10 mil. Al final esto depende de los contactos que tengas. Es decir, tu currículum puede decir cualquier cosa, que si tienes el contacto adecuado vas a entrar donde sea. Si no es así, pues lo tienes complicado.

Entonces no sé con quién contactar en Oviedo para decir “oye, mira, que yo soy el sheriff, que yo te lo voy a hacer muy bien, que yo te puedo poner el equipo donde quiera. ¿Aquí quieres jugar la UEFA? Te lo pongo en UEFA. Champions”. Ellos dirán “¿Y este listillo quién es? Que viene aquí matando el oso antes de cazarlo”. Por eso te digo que los contactos son fundamentales. Y yo a la vez he estado tanto tiempo alejado. He estado muy lejos. Lo pierdes todo.

P: Ahora estás en Donosti. Con la estructura que tiene la Real quizá se podría tener en cuenta a un antiguo canterano y jugador del primer equipo.

R: Todos en la vida tenemos nuestros allegados con quien te gustaría trabajar. En mi libro lo escribo. Creo que mandé más de 8 mil emails. Intenté contactar con gente por teléfono, por toda clase de vías, con entrenadores, directores deportivos, presidentes de club. O sea, mandé correos a todo dios. Solamente me contestaron dos personas. Dos me contestaron.

Uno fue Emilio Butragueño. Mi hija vivía en Cuba y yo había visto que el Real Madrid tenía una escuela de fútbol en Miami. Miami y Cuba están muy pegados, el clima es el mismo. Si me acercaba hasta Miami a trabajar allí me podría llevar a mi hija. O sea, lo hacía por mi hija. Al final no salió porque me surgió la opción de China, y me fui allí.

No te contesta nadie. Por eso te digo que esto tiene que ser contacto directo. Que tengas un amigo. Yo soy amigo, vamos a poner, de Lucho, de Luis Enrique. “Lucho, que necesito…Kiko, vente para aquí”. Es así, no hay más, ¿eh? No tienes que mandar el currículum, ¡qué va! Esto funciona porque al final de fútbol sabemos todos. Yo estoy seguro de que cualquier aficionado de cualquier club del mundo que lleva toda su vida pegado a su equipo sabe de fútbol ¿Sabe menos de fútbol que cualquier entrenador?

Otra cosa es cómo luego sepa llegar a cada futbolista y sepa sacar el máximo rendimiento. Pero cualquiera sabe de fútbol. Entonces, ¿por qué van a contactar con Kiko Zúñiga si su currículum dice que ha entrenado en países que no los conocen ya no solo en fútbol, casi ni en ningún concepto? Es complejo.

P: El balón es el mismo para todos. Las porterías deberían ser iguales también para todos. ¿Qué cambia del fútbol en el que has entrenado en todos esos países? ¿Qué punto de distinción hay entre unos y otros?

R: Te das cuenta por qué el fútbol español crece más posiblemente que en otros países del mundo. Es la mentalidad que tenemos. Creo que vivimos en una situación en la que tenemos muchísima libertad de poder actuar y pensar como nos dé la gana. Hay a quien le gusta A, a quien le gusta B, a quien le gusta C, y todo el mundo piensa como le da la gana. Y eso te hace crecer. En el fútbol hay dos aspectos que son fundamentales, que son la disciplina, tanto táctica como personal, y la creatividad. Messi por ejemplo es creatividad pura.

Si te encierras en disciplina, en hacer exactamente lo que te dicen que debes hacer, no sales de ahí, no creces. Y aquí, en el fútbol, se deja pensar a la gente. Sin embargo, en los países en los que he estado, imagínate.

En China la gente es absolutamente disciplinada. Todo es disciplina. Te cuento una anécdota que me llamó la atención cuando llegué. En España estás en un parque, le das una patada a un balón y un niño te lo devuelve. En China yo le pasaba el balón a un niño y no lo tocaba.

Es pura lógica, no hay que decirle nada. Oye, pues no le daba al balón porque su disciplina le dice que no tiene que tocar eso. Es lo mismo en China, Cuba, Uzbekistán, Hong Kong, Mongolia. En todos los países era igual. Es todo disciplina. Entonces a estos chicos, a estos jugadores, jugadoras, yo les enseño el aspecto táctico. Lo van a hacer posiblemente perfecto, porque la disciplina les lleva a ello. Pero ¿y la creatividad? ¿Cómo les enseño fundamentos básicos para que puedan romper defensas, driblar…?

Cuando ves el fútbol de España, que está a un nivel altísimo, y ves otros países, de los que te estoy hablando, las diferencias son abismales. Y crecen sobre todo en aspectos disciplinarios, porque ahí nos ganan por goleadas. Pero es que la creatividad es fundamental.

P: ¿Cómo podemos establecer esa diferencia entre ese fútbol al que tú jugabas en el fútbol de los 80 y el fútbol de la presente década? ¿En qué ha cambiado el fútbol?

R: Pues en todo, sólo hay que ver el trato que les dan a los futbolistas. Antes éramos jugadores de la calle. Antes jugábamos en la calle, estábamos en la calle. Montábamos un campo aquí mismo, pero aquí fuera. Ponías cuatro piedras y ya teníamos campo montado. Y hacíamos equipos. Ya está. No había normas. Todo era sobre la marcha. Ahora está todo controlado, organizado. Todo, absolutamente todo. A los jugadores se les trata como auténticos dioses. Antes éramos normales. Yo recuerdo que llegabas al Carlos Tartiere, donde teníamos entrenamiento de día, y había doscientas, trescientas, quinientas, mil personas viendo el entrenamiento y nadie les echaba a la calle. Hoy en día eso es imposible. No existe esa posibilidad. Se ha creado un distanciamiento muy grande y el caso es que la gente lo asume. A mí me parece una bestialidad porque creo que nos engañamos. O nos engañan o la gente se engaña.

Si tanto hablamos de que el fútbol es de la gente, el fútbol es de la calle. Pues si es de la gente, ¿por qué paga la gente por ir al fútbol? Si el fútbol es de la gente, es que tendrían que dejar hasta el fútbol gratis. Si el fútbol lo tienes en televisión, de todas las maneras habidas y por haber. Sin embargo, se pagan barbaridades por el fútbol. Y la gente traga con esto. Te ponen partido a las 2 de la tarde, que es hora de comida, 10 de la noche, que es hora de estar en casa, y todo se acepta. Un lunes, un martes, un jueves. Todo se acepta y yo me he quedado asombrado. Parece que el fútbol está por encima de las personas y ya cometemos un error fatal. Estamos engañándonos un poquito con esto del fútbol. El fútbol es muy bonito y tal, pero ya, no tiene más. Hay otros aspectos mucho más importantes. Y la diferencia de aquellos años a los actuales, pues lo que te estoy diciendo. Antes era mucho más normal todo. Y ahora parece que estamos hablando de una estratosfera.

P: Se puede decir que se ha eliminado su pureza, que ha pasado de ser un deporte a un mero espectáculo y artículo de entretenimiento.

R: De negocio, más bien (risas). Negocio puro. Ocio ha sido siempre. Lo que pasa es que hoy en día mueve tantas cantidades ingentes de dinero, cuando está tan mal repartido todo, que te hace pensar. A mí, por lo menos, me hace pensar muchísimo la injusticia social que crea todo esto. Que la culpa, lógicamente, no la tiene el futbolista, es el menos culpable de todo esto. Se deja llevar por lo que se maneja, pero que me parece una barbaridad. Todo lo que está sucediendo me parece grave. A pesar de que, como te gusta, lo aceptas, pero que si lo analizas…yo que he estado en estos países de tanta pobreza. He estado entrenando en Cuba. ¿Quién va a Cuba a entrenar? Hay que estar loco. Yo porque tenía a mi hija y por eso iba. Por un lado entrenaba, que era mi vicio, y por otro estaba con mi hija. Pero en Cuba, Uzbekistán, China y Mongolia es lo mismo. Hay una pobreza absoluta. Entonces, vengo a España, veo lo que se mueve, cómo todo el mundo lo acepta, y todo es normal. Y veo allí cómo la gente para llevarse un plato de comida a la boca, se las ve y se las desea. Estamos en un mundo irreal.

P: Hay entrenadores ex jugadores a los que les preguntas y ellos prefieren su parte de carrera como futbolista. Carrión, el entrenador del Oviedo, dice que no es de esos entrenadores que piensan mucho en su carrera como futbolista y que realmente casi le gusta más entrenar. ¿A ti te gustaba más jugar o prefieres enseñar y ser entrenador?

R: En mi caso te tendría que decir que si yo hubiera jugado en la posición para la que yo me había criado y para la que eran mis cualidades, el fútbol hubiera sido un vicio. Porque tú sabes que cada futbolista tiene unas condiciones para unas posiciones determinadas. Es decir, tú a Messi le pones de defensa central y Messi no es futbolista. Le pones a Piqué de extremo derecha y no es futbolista, por ejemplo. Toda la vida me había criado en la Real Sociedad jugando como defensa libre. De hecho, los jugadores que a mí más me atraían eran por ejemplo Kortabarría, defensa libre de la Real, o Uli Stielike, que a pesar de ser centrocampista, cuando jugaba de defensa libre lo hacía espectacularmente bien. Me gustaba Marius Trésor, un francés, que era un espectáculo. Rudy Krol, que era otro tío elegantísimo jugando de libre. Y Franz Beckenbauer. Esas eran mis referencias. Por circunstancias del puñetero juego terminé como lateral. En un entrenamiento de la Real Sociedad Toshack no tenía a quién poner de defensa derecho. Como vi que no se ponía nadie me dio por ponerme. Los tres primeros centros fueron a la cabeza de José Mari Bakero y Uralde, que sólo la empujaron. Fuimos a jugar el siguiente partido contra el Betis al Benito Villamarín. Ganamos 1-3 con tres goles de Loren a centro de Zúñiga. Claro, se quedó Toshack con esa imagen de “éste es un chollo y las pone para empujar”. Me puso de lateral y fue mi hundimiento como futbolista. Porque la podía tocar y centrar muy bien, pero no tenía cualidades para ese puesto. Mi lugar era en el centro del campo o de la defensa. Pensar, dirigir, ordenar, pasar, y no correr como un tonto para arriba y para abajo sin tocar el balón diciéndole a Berto que corriera más que yo. ¿A quién no le gusta jugar para lo que está preparado y que le paguen? Es un privilegio, es la hostia.

Cuando estaba jugando ya pensaba como entrenador porque me gustaba ordenar los equipos y poner todo en su sitio. Eso lo ves desde que naces, prácticamente. A mí me gusta ser entrenador porque entiendo que puedo ofrecer cosas. No sólo el hecho de ganar el partido, que parece lo único que tiene importancia en la vida. Tiene que haber unas formas y unos porqués. Me echa para atrás lo engañadores que seguimos siendo los futbolistas. ¿Por qué provocamos siempre intentando sacar beneficio a acciones que no son correctas, intentando echar a un compañero del equipo contrario? Y si ganamos injustamente, también vale. Todo vale.

Yo como jugador no disfruté absolutamente nada. Hasta que llegué a profesional sí, porque jugaba defensa libre y disfrutaba. Pero llegando a profesional cometí el error de colocarme de lateral derecho en un entrenamiento y me hundí la vida. Sabía que jugando en esa posición, por disciplina y porque técnicamente tenía buen toque de balón, lo podía hacer bien. Y esto que te voy a decir también lo pongo en mi libro. Estando en el Oviedo yo no merecía jugar. Había un lateral, Gaspi (Gaspar), que a mí me daba mil vueltas en esa posición. Le veía entrenando y cómo trabajaba y decía que era el Carrete de ese Oviedo. Tenía la misma forma de correr, de trabajar. Bajito, pero intenso. Veías que era un gran lateral. Luego jugaba Kiko Zúñiga ¿Por qué? ¿Por decreto ley? ¿Tenía que ser así porque era el fichaje? Lo analizaba y me decía que era muy injusto. Como futbolista, todo maravilloso, pero jugando donde tenía que jugar.

Me fijo mucho en Sergi Roberto, en el Barcelona. Le han puesto durante varias temporadas como lateral derecho. Es un horror, le están hundiendo. Cuando le veo me acuerdo de mí y pienso que debe estar sufriendo pero una barbaridad, porque es centrocampista y es ahí donde puede disfrutar.

El entrenador tiene que hacer un equipo para ser lo más competitivo posible y al jugador no le queda más remedio que aceptarlo. Cuando yo estaba entrenando en Madrid no tenía lateral y a un jugador que jugaba de extremo le dije “me interesa que juegues de lateral ¿te apetece?”. No se lo imponía, le preguntaba. Me dijo que sí le apetecía y lo hizo muy bien. Desde entonces cada partido le preguntaba. Lo hacía porque yo había sufrido jugando en una posición que no era la mía. Estamos de paso en este mundo y no es para sufrir.

P: Al margen de la incomodidad por el puesto en Oviedo también hubo momentos buenos.

R: Joder, el momento era espectacular. Salía de un equipo como era la Real Sociedad, que había ganado una Copa del Rey y una Supercopa contra el Real Madrid. Eso en el curriculum de cualquiera no está, es difícil de encontrar. Éramos un equipo serio, disciplinado. Sin embargo en el Oviedo era todo lo contrario. Eso era el Show de Benny Hill. ¡Qué banda de cachondos! Te podías encontrar cualquier cosa en el vestuario. Ibas a la camilla a tomar un masaje y llegabas destrozado porque todo era cachondeo, bromas. ¡Era un equipo que acababa de subir de Segunda División un año antes y estaba jugando la UEFA! El truco de esto era el cachondeo que había. Era un equipo de gente con una cierta edad, entre 28, 29 y 30 años, con un ambiente espectacular. Luego los jóvenes no se quejaban sino que ayudaban a que se jugara mejor. Ya te digo, Gaspar, Juliá, Murúa…eran unos cachondos. Jugadores que no jugaban y no aportaban malestar sino beneficio para el equipo con buen rollo y buen ambiente. Lo que se vivió fue una maravilla.

P: Esa fue la clave, el buen grupo que había. Igual no había tanto nombre pero los objetivos se fueron cumpliendo.

R: Volvemos a lo que te decía al principio. Había tal libertad para que cada jugador hiciera lo que le diese la gana…el entrenador no se metía en eso. No se metía en el vestuario a joder a nadie. Para que veas cómo éramos de cabrones (risas). Cuando fichan a Nikola Jerkan, llega al vestuario, saludamos y le decimos “escucha, aquí cuando viene el entrenador hay que decirle `buenos días cabrón´”. Y el pobre Jerkan asiente. Entra Jabo Irureta a saludar “Hombre Jerkan, ¿qué tal?”. Jerkan contesta “buenos días cabrón”. Todo era cachondeo, pero Irureta seguía el rollo. “Mira cómo son, te han dicho que me digas esto”. No había mal rollo, cada uno hacía lo que quería. Había también un gran nivel técnico y teníamos a Carlos que las metía todas. Si el equipo es disciplinado, tácticamente funciona bien, en ataque hace los goles suficientes para ganar al contrario, y el ambiente es espectacular…lo puedes entender. Cuando veo hoy en día tanta preparación, a los entrenadores hablar de términos tan tácticos, y al público que los asume, pienso en cómo entrenaba el Oviedo. Ojalá lo hubieran visto. No darían crédito a que ese equipo jugara la UEFA. Y sin embargo funcionó. Te tomabas a mal una broma y te caía otra encima.

P: ¿Cómo fue ese momento de la UEFA?

R: En la ciudad fue una locura. Yo ya venía de jugar la UEFA y la Recopa con la Real en varias ocasiones. No era una cosa nueva para mí. Quedamos sextos y jugamos la UEFA, era normal. Sin embargo veías cómo lo vivía la gente en la calle y era alucinante. Luego entiendes la historia del club, lo que le ha costado llegar a donde ha llegado y cómo lo vive la afición carbayona. No es la Real Sociedad, un equipo que tenía mucha historia en Primera División estando muy arriba. El Oviedo era un equipo que ha tenido que pelear mucho para poder llegar ahí. De repente encontrarse con que está jugando en Europa era un logro maravilloso para toda la gente. Me acuerdo de una anécdota. Fui a un supermercado a hacer la compra y el chico de la caja no me quería cobrar. “Te invito yo, que vais a jugar la UEFA” me decía. Yo le contesté que “cuando vas a verme a mí a jugar al campo a ti te cobran por entrar, pues tú haces lo mismo. Tu dinero es tuyo, no mío”. Y no le permití que me pagara la compra. Fíjate hasta qué punto llega la locura que es capaz de dejar su comida por ti. Simplemente porque le estoy pegando a un balón. Estás haciendo lo que te gusta y te pagan por ello. Es increíble. A eso llegamos en ese Oviedo, que el ambiente era tan espectacular que hasta la gente se contagiaba de ello. Eso hizo que aquello fuera una piña absoluta, tanto la afición como los jugadores y el entrenador. No había, Carlos, ningún mal rollo por ningún lado. Imposible si la pelotita entra y estás viendo que te codeas con los de arriba. Mirabas la clasificación y veías en los primeros puestos al Madrid, Barcelona, Atleti de Madrid, Valencia y Oviedo. Posiblemente estabas esperando algo al revés siendo el quinto por debajo.

P: ¿Qué pasó en tu última temporada? ¿Querías seguir en el Oviedo?

R: Ahora te cuento esa parte, que es la más oscura que puede haber en el fútbol. Yo quería seguir, me quería quedar a vivir en Oviedo toda la vida. Con el ambiente que te estoy descifrando ¿quién no se querría quedar a vivir? Era ideal. Das con un equipo profesional que te trata con cariño, tú estás bien a pesar de no jugar en tu posición, ganas y te pagan por ello. ¿Quién se quiere ir? Nadie. Pero hubo una circunstancia. Me rompí el tendón de Aquiles en un día de entrenamiento voluntario. Fuimos a entrenar ocho jugadores y como estaba lloviendo nos pusimos debajo de las gradas del Carlos Tartiere. Había un campito. Ahí noté un pequeño pinchazo en la zona del tendón de Aquiles y no le di mayor importancia. Fueron pasando los entrenamientos, me dolía más y tuve que dejar de jugar. Estuve los últimos cinco o seis meses sin jugar y a principios de junio me operé en la clínica Fremap con el doctor Pedro Guillén. Me dijo que tenía una mini rotura de un milímetro. Pequeña pero suficiente para no poder jugar. Mi contrato acababa el 30 de junio. Me llamó Eugenio Prieto y me dijo que no contaban conmigo para la siguiente temporada. Se puso a llorar él, cuando el que tenía que haber llorado era yo, lógicamente. Le intenté consolar diciendo que lo importante era el club, pero yo sabía que me estaba engañando. Eso es una barbaridad, eso no se hace. Es una puñalada que no se hace a nadie. Por muy cabrón que sea al que se lo estás haciendo. Piensa que Kiko Zúñiga ha sido el peor tío que ha pasado por Oviedo, pues aun así yo no le dejaría tirado. A nadie. Eso no se hace. Después de eso te quedas en la calle sin saber ni dónde recuperarte. Tenía una rotura del tendón de Aquiles, que son seis meses de recuperación en condiciones normales. Si no tenía quién me recuperara, dónde iba yo. Me fui a San Sebastián. Hablé con Iñaki Anza el masajista de la Real, que era dios en esto de la recuperación, y cada mañana a las 7 antes de que llegaran los jugadores a Zubieta él me cogía y me atendía por espacio de una hora u hora y media. Gracias a él me pude recuperar. Pero en Oviedo me quedé totalmente tirado. Para que veas, después de lo que te he dicho de todo lo bonito de aquella etapa y acabé como un perro.

P: ¿Has vuelto a hablar con Prieto o alguien del Oviedo después de aquello?

R: No, que va. Aquello murió. El único con el que tengo contacto es Luis Manuel. Su madre me trató como si fuera su hijo. Murió hace un año el 8 de abril. He estado muchos años en contacto con él. Después de estar tan lejos y habiéndolo podido pasar mal en estos sitios lo que menos te apetece es contarle a la gente tu vida. Si empiezas a contar tu vida, y haces ver cómo has estado en un sitio u otro y las cosas que has vivido, parece que estás dando pena y llorando. Yo hubiera ido cien mil veces ahí a tomarme unos culines de sidra. Porque la gente me ha tratado muy bien. Lo pasé muy bien en Oviedo. Pero como acabó de la forma en que acabó dices “¿y a qué voy allí?”. Con Luis Manuel intento ser suave, hacemos bromas, risas pero no le digo más. Con esto, te he roto la entrevista…

P: Lo que hace es romperte un poco por dentro. Hablas de las dos caras, la alegre con la UEFA y la amarga de un futbolista. Hay una norma no escrita que se suele cumplir y que invita a renovar para la siguiente temporada a un jugador que sufre una lesión de larga duración.

R: Te hace pensar. ¿Tan cabrón fui? ¿Tan mala persona pude llegar a ser para que me dijeran “campeón, ya te puedes ir. Gracias por tus servicios”? Es su forma de decirte que te puedes ir al carajo. Como entrenador a mí me toca un caso así y, por muchas barbaridades que me haya hecho el futbolista, cuando llegue el momento de terminar el contrato yo hablo con él. No le dejo tirado y me voy. La persona tiene que estar muy por encima del aspecto económico y del fútbol. Si tengo que irme a la puñetera calle porque a ese jugador no se le renueva y lo dejan tirado, yo me voy también. Ese respeto es fundamental. Un club de fútbol que mueve tantos miles de seguidores no puede tener estos actos. Es un acto de bajeza macarra. ¿Cuánto tiene de recuperación de la lesión? ¿Seis meses? Vale, el primer año lo vas a pasar en blanco. Dos años de contrato tienes fijo, y luego a partir de ahí ya hablaremos. Eso sí las cantidades, viendo que vas a ser inútil relativamente durante el primer año, las tenemos que mirar. El jugador no va a poner ninguna pega.

P: Te tocó la parte mala.

R: Sí, es cierto que. Carlos. No tiene sentido. Un equipo que va tan bien. Un equipo que está jugando la UEFA, que no ha jugado en su vida. No jugó hasta entonces. Nunca la había jugado y después jamás la ha vuelto a jugar. Es una época espectacular para el club que queda marcada de por vida. Ahí está ¿Cuándo juega el Oviedo, la UEFA? En el año 92. Y resulta que tú eres uno de esos y uno de los que jugaba habitualmente a pesar de haber tenido un accidente de tráfico, una operación de pubis, otra operación del tendón de Aquiles. O sea, ves esas cosas y no le ves sentido a que te quedas fuera. Yo entiendo que ahí el entrenador fue un cagón, para qué nos vamos a engañar. Es que lo pongo en el libro. Ojo, que esto no es nuevo. Lo tengo puesto en el libro. 400 páginas. No sé cuántas se dedican al Real Oviedo, pero viene todo, exactamente todo, como sucedió. No tengo nada que ocultar. Me pareció demencial. Cuando le vi al presi (Eugenio Prieto) delante. Porque el presi era un buen tío. Si me dijeras es que el presi es un tipo raro. Qué va, Era un campechano. El presi era un tío majísimo, encantador, de buen rollo, siempre con todos nosotros. Pero en ese momento yo creo que el señor entrenador Irureta le dijo “bueno, es que este chico nada. Ya tenemos a Gaspar”. Oye, pues a la calle. Y además es que es que además fíjate lo que te digo, ¿eh? Que yo provoqué un encuentro con Irureta para que me lo dijera a la cara. Yo cuando vine de Mapfre, que me operé, me operé allí solito. Nadie vino conmigo a esta operación ni a llevarme. No, no, todo solito. Yo solito me busqué la vida. Me fui allí, me operé, vine y nadie me atendió nunca. En ningún momento. Cuando volví, visto que terminaba ya en el contrato y se acababan los partidos de Liga, me fui al Carlos Tartiere con mis dos muletas y me puse allí esperando a que acabara el entrenamiento. Cuando me vieron llegar la gran mayoría, por no decir todos, vinieron a saludarme. Siguieron con su entrenamiento y cuando acabó yo me quedé arriba, ahí de pie, con mis muletas, esperando a que Irureta viniera a darme la cara y decir “Hombre, Kiko, ¿cómo estás?” ¿Algo, no? Pues no. No se atrevió. Se puso a recoger los 200 balones o había 20 ó 30? Pues yo creo que cada vez los tiraba más lejos para que pasara el tiempo y me fuera. Cuando me fui me imagino que ya saldría. Pero los diez minutos que estuve esperando ni se le ocurrió venir a saludarme. Entonces ya me había dado la respuesta. Yo quería saber si me iban a renovar o no, porque estábamos a 15 de junio, algo así. O sea, no faltaba nada. Y no tuvo el valor de decirme nada a la cara. Cuando el presi me llamó para ir ahí a hablar con él ya sabía la respuesta. Si el entrenador no ha tenido la cara de ponerse delante de mí y decirme “Kiko, mira soy un cabrón. Pero esto es fútbol. Y como no me gustas porque creo que deberías dar más de sí, pues no me interesa que sigas”. Y puedes pensar que es un cabrón, pero yo diría “Olé tus huevos. Eso es tener fuerza”. Pero ocultarte y quedarte ahí al margen. Qué va, qué va. Eso en un equipo que estaba de dulce. Ojo, que fueron tres temporadas en las que puedes pensar que un equipo recién subido de Segunda igual tiene dificultades para mantenerse. Qué va, qué va. Una temporada jugando a la UEFA y las otras pues que quedaríamos el diez, el ocho. Tres temporadas tremendas. Pero qué quieres que te diga. Si soy el entrenador, no te voy a dar la opción a que tú me llores. Yo te voy a dar la solución antes, porque tengo la solución, Yo soy el entrenador, yo sé qué equipo quiero y si tú estás ahí conmigo, no te voy a dejar tirado porque te hayas lesionado o porque me hayas hecho, yo que sé, cualquier jugarreta. Es decir, ponte delante de mí y dime lo que quieras. Pero mi gran problema era la puñetera disciplina que tenía. Yo creo que era soso por tan disciplinado que era. En el futbolista la disciplina es fundamental. Vale, sí, pero hasta cierto punto. Como te pases en disciplina ya no eres futbolista. Si tu disciplina llega a límites que te coartan la libertad de pensamiento, estamos jodidos. Yo soy tu entrenador y soy el que te tengo que dar la opción a que crezcas. Te tengo que dar en cada entrenamiento todas las armas posibles para que puedas utilizar tu cabeza. Cuando chutas no chuta tu pie, chuta tu cabeza. Tengo que armarte de toda esa fuerza para que seas un campeón contigo mismo. Pero yo tengo que darte esas soluciones. Y si la cagas seguramente el que lo esté haciendo soy yo porque no he sabido atenderte correctamente. Pero esto es fútbol y cada uno vamos a lo nuestro. Es egoísmo puro. Si meto el gol soy la estrella. Una tontería, es un juego de equipo. Es como lo del Balón de Oro. ¿Qué es eso? Un trofeo individual en un deporte colectivo. Lo puedo entender desde el punto de vista del márketing. Desde el punto de vista ético es vergonzoso. Y yo sin entrenar.

P: Imagino que le sigues teniendo cariño al Oviedo como equipo. ¿Cómo le ves?

R: Sigo el fútbol con locura. No creas que les tengo en la cabeza. Cada uno es responsable en la vida de sus actos. Cuando actúas tienes que ser consciente de cómo lo haces. Yo sé cuándo lo hago bien o mal, o intencionadamente. Si haces algo a alguien por pura coincidencia no puedo tener ninguna manía porque me han hecho si no has querido hacerlo. Otra cosa es que lo hagas intencionadamente. Eran mayorcitos para tomar cada uno sus decisiones. Lo triste es que no me lo dijeron. Cada vez me queda menos en este convento y no me voy a ir enfadado. ¿Si sigo al Oviedo? Por supuesto. Sigo a todos. Ahí está, en el límite, lo que hace ver que puede estar y no estar. El Oviedo no es inferior a nadie en la categoría que está ni es superior. Está ahí pero como están 8, 10, 12 equipos. Un día que pierdas un partido pasas de estar en ascenso a estar descartado, y ganas dos seguidos y estás destacado arriba. El Oviedo tiene equipo competitivo, está haciendo las cosas muy bien. Hay un gran trabajo realizado. Ves en cada jugada cómo los jugadores despliegan su conocimiento tanto técnico como técnico y compruebas que el Oviedo compite cada partido.  Depende todo de detallitos. Si eres capaz de meterte en la cabeza del futbolista para hacerle ver que tiene que ser un poquito más fuerte es hace que ese jugador ofrezca un rendimiento superior. Es simplemente comerle el coco, porque condiciones físicas las tiene, tácticamente todos los entrenadores están súper preparados. ¿El Oviedo puede estar? Claro que puede estar, pero al final depende de un detallito. En dos partidos estás directo para subir o fuera. Y es por tonterías, no porque seas inferior o superior a los demás. Estás ahí.

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